¿Qué son los pagarés?
Los pagarés bancarios se popularizaron durante la segunda mitad de 2011 para eludir la llamada Ley Salgado, que limitaba la rentabilidad de los plazos fijos.
Los pagarés son títulos de renta fija con un plazo y una rentabilidad determinada que pueden ser emitidos por una entidad financiera, como un banco, o por cualquier otra empresa. Este producto sirve para que las empresas puedan obtener inyecciones de liquidez. A cambio nos permitirán obtener unos beneficios sobre el capital que hayamos invertido. Suelen tener plazos no muy largos - entre los 6 y los 24 meses - y una inversión mínima que suele ir desde los 1.000 € aunque existen pagarés con inversiones mínimas que pueden ir desde los 100.000 €. Al ser renta fija la rentabilidad está pactada y se abonará al final del plazo junto con el principal aportado.
No son productos con mucha liquidez ya que para recuperar el capital invertido con los intereses deberemos esperar a que se acabe el plazo preestablecido. Si decidimos venderlos antes de tiempo deberemos acudir al mercado secundario que, por lo general, nos ofrecerán un capital menor y con el que posiblemente perderemos dinero.
Los riesgos de los pagarés bancarios
El riesgo principal de los pagarés bancarios está relacionado con la solvencia del banco emisor, ya que es este el emisor de la deuda y el que deberá hacer frente al pago. A diferencia de los depósitos, los pagarés no están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD). Esto significa que si el banco quiebra, no hay ningún respaldo más allá del capital que tenga disponible la entidad para reembolsar a sus clientes.
Aunque actualmente la solvencia de los bancos no suele ser un factor que preocupe especialmente a los inversores, en la época más apremiante de la crisis en España llegó a ser un verdadero problema, ya que muchas entidades tuvieron problemas de solvencia.
Aunque no estén garantizados debido al orden de prelación en caso de quiebra el banco reembolsaría antes a los tenedores de pagarés que a los de bonos senior, obligaciones subordinadas, participaciones preferentes o acciones. Eso sí, siguiendo el orden de prelación, primero habría que devolver el dinero de las cuentas y depósitos, con lo cual es difícil que se llegue a reembolsar un pagaré dadas las peores circunstancias.
El otro riesgo de este tipo de productos de inversión es la poca liquidez con la que cuentan. Para poder recuperar el capital invertido debemos esperar a que se acabe el plazo que hayamos contratado ya que no será posible rescatar el dinero antes del mismo. Si queremos recuperar nuestra inversión antes del vencimiento, será necesario venderlo en un mercado secundario, con el riesgo de pérdida de capital y de demora en el proceso que esto puede conllevar.
¿Cómo elegir un pagaré bancario?
Si estamos pensando en contratar un pagaré bancario como forma de conseguir una rentabilidad para nuestro capital, debemos fijarnos en una serie de puntos clave que nos permitirán decidir si es un buen producto o no. No todos los pagarés bancarios son iguales y si nos fijamos sólo en la rentabilidad, podemos acabar pagándolo caro. Por eso hay que analizar las siguientes variables antes de decantarnos por uno u otro:
-
Banco emisor: no debemos prestarle el dinero a cualquiera. Los pagarés no están garantizados por el FGD, así que la solvencia de la entidad emisora es clave en nuestra elección ya que un banco con poca solvencia puede ofrecernos una mayor rentabilidad a cambio de un riesgo mayor. Por esto es importante conocer la solvencia del banco emisor para calcular si supone o no un riesgo.
-
Rentabilidad: suele ser la variable más notoria y en la que todo el mundo repara. Un banco puede ser muy solvente pero si ofrece un 2% anual puede no merecer la pena. Es importante realizar una comparación de diferentes pagarés entre bancos con niveles de solvencias similares para saber cuál será más rentable.
-
Fecha de recompra: los pagarés se emiten al descuento. Esto significa que si se compran 10.000 euros en pagarés a 12 meses al 4% anual, sólo habrá que depositar 9.600€ para recibir en la fecha de recompra los 10.000€. Hay que tener muy en cuenta esta fecha, porque en ocasiones se habla de plazo erróneamente: los pagarés tienen una fecha concreta de reembolso, independientemente del día exacto en que los compres, por lo que el plazo real puede ser de 12, 13 o 14 meses
-
Inversión mínima: suele ser superior a la que requieren los depósitos a plazo fijo, normalmente un mínimo de 1.000 €.
-
Comisión por cancelación anticipada: en el caso de que decidamos vender el pagaré contratado antes de tiempo además de la posible pérdida de valor en el mercado secundario, el cancelar anticipadamente un pagaré puede acarrear una comisión que puede oscilar entre el 0,4% y el 1% del total
Para escoger pagarés es importante tener en cuenta todas las variables que afectarán a su contratación. Si no entendemos completamente el producto, es mejor no contratarlos para evitar malentendidos, pérdidas de capital y sorpresas desagradables. Además, es muy aconsejable leer con detenimiento el contrato y preguntar cualquier duda que nos pueda surgir a la entidad antes de firmarlo.
Diferencias entre pagarés y depósitos
Los depósitos y los pagarés bancarios no son iguales. Aunque ambos nos permiten obtener una rentabilidad fijada por el capital que aportemos, sus características difieren en gran medida, haciéndolos productos muy diferentes. Estos son los puntos clave de los pagarés y depósitos que los hacen productos diferentes:
Liquidez: los depósitos permiten una mayor liquidez que los pagarés. Aunque tendremos que pagar una penalización por rescatar el dinero antes de tiempo, sí que podremos recuperarlo mientras que si queremos recuperar el capital invertido en un pagaré deberemos acudir al mercado secundario.
Riesgo: mientras que los depósitos están garantizados hasta 100.000 € por el Fondo de Garantía de Depósitos por cada persona y entidad, los pagarés no tienen ningún tipo de garantía, la única será la del nivel de solvencia del banco emisor. Por orden de prelación en caso de quiebra primero se devolverá el dinero de cuentas y depósitos y, después, de los pagarés.
Inversión mínima: existen diferentes tipos de pagarés y depósitos con inversiones mínimas muy distintas. Aunque normalmente el mínimo para invertir en un pagaré es de 1.000 € mientras que existen depósitos con inversiones mínimas desde 50 € y con una horquilla de capital que podemos aportar más grande.