En los propios comercios, a través del teléfono o en las páginas webs de las compañías, existen muchas formas de contratar las tarifas de luz en el mercado español. Pero si hay una que no convence es la conocida como «puerta fría». Este método consiste en que un comercial se acerca a nuestra casa para ofrecernos una mejora en nuestro servicio. ¿Es legal este sistema? ¿Quién controla a estos comerciales?

El problema de la venta a puerta fría

Estamos tranquilamente en casa y de repente llaman al timbre: «hola soy de tu compañía eléctrica. Vengo porque hemos visto que estás pagando más de lo que te toca. ¿Me puedes dejar una factura para comprobar que eres uno de los afectados?». Probablemente, nos hayamos encontrado en esta situación en alguna ocasión o conocemos a alguien que le ha sucedido. Este sistema de captación de clientes se conoce como «venta a puerta fría» y tiene más enemigos que adeptos. Es normal, nadie queremos que un desconocido se presente en nuestra casa y nos pida que le enseñemos nuestra correspondencia.

Ahora bien, ¿es ilegal? Aunque se trate de un sistema muy agresivo de venta, no es ilegal. Cualquier empresa puede comercializar así sus productos. Sin embargo, son muchos los usuarios que denuncian haber sido engañados a través de este sistema. ¿Cómo es posible? ¿Cuáles son las estratagemas que utilizan para que piquemos? Entre las más habituales están:

  1. El comercial dice venir de nuestra compañía, pero no es cierto. No nos fijamos y firmamos una supuesta mejora en la factura. A los pocos días una comercializadora que no es la nuestra nos informa de que ya somos clientes suyos. ¡Nos han cambiado de compañía sin darnos cuenta!
  2. El vendedor nos propone una mejora en la tarifa, pero no nos señala si exige un cambio de mercado y las condiciones de la misma. Si nos aprovechamos del bono social, podemos perderlo. De igual forma, se nos pueden sumar otros servicios que encarecen el precio final.

La comercialización de tarifas de luz, ¿más controlada?

Si bien es cierto que los tejemanejes de un comercial pueden ser cuestionados, no podemos olvidarnos de nuestra parte de responsabilidad. Partiendo de que el mercado de tarifas de luz es complejo y el consumidor medio no quiere ni oír hablar, existen otros factores de los que somos 100 % responsables. Hablamos, por ejemplo, de no pedir una identificación al comercial, hasta que le dejemos nuestras facturas con todos nuestros datos o firmemos sin leer.

Aun así, la CNMC, el Defensor del Pueblo y la Confederación Española de Cooperativas de Consumidores y Usuarios (Hispacoop) consideran que hay que tomar medidas. Pese a que no se puede declarar ilegal este método de captación de clientes, algunas de estas organizaciones se plantean la posibilidad de que las eléctricas controlen más a las empresas subcontratadas para realizar este tipo de ventas.

En cambio, desde la CNMC no acaban de verlo claro. El regulador propone que los usuarios podamos comparar mejor las tarifas de luz. Y, lo que es más importante en estos casos, automatizar el proceso de desistimiento en caso de no estar conformes con lo contratado. Y es que, sin ir más lejos, durante el año pasado Competencia recopiló unas 150 denuncias por abusos de las comercializadoras. Contando que las visitas en nuestro domicilio no hay forma de demostrar si nos engañaron o no, es evidente que alguna medida se debería tomar para evitar que las denuncias sigan llegando.