Cuando compramos una vivienda con nuestra media naranja, solemos hacerlo imaginando un futuro en común. Por desgracia, a veces las relaciones fallan y entonces debemos hacernos la pregunta del millón: ¿Qué hacemos con la casa si decidimos divorciarnos? Se trata de un hogar que contiene muchos recuerdos que, por regla general, queremos dejar atrás. Entonces, la decisión más lógica suele ser vender la propiedad tras el divorcio para repartirse las ganancias a partes iguales y cerrar el asunto cuanto antes mejor.

Vender nuestro piso rápidamente para minimizar el daño emocional

Uno de los aspectos conflictivos en estos casos es que hay muchas emociones de por medio, mezcladas con los trámites de la compraventa y del divorcio en sí. Entonces, debemos proceder con cautela para que estos factores no interfieran con la operación. Aquí te listamos algunos consejos para que el proceso sea fluido:

  • Para acortar el desgaste emocional causado por el divorcio y los trámites relacionados, es recomendable empezar a vender cuanto antes para que el tema no se alargue más de la cuenta.
  • Para aligerar la venta del inmueble, debemos procurar ponerle un precio ajustado al mercado de la zona y a nuestra necesidad de recuperar nuestra independencia.
  • Si la venta se nos está haciendo cuesta arriba y necesitamos algo de ayuda extra, es una buena idea contratar a una inmobiliaria que nos ayude a vender.
  • Si tenemos mucha prisa, otros profesionales que pueden ayudarnos con este tipo de operaciones son los iBuyers, que son compañías que nos compran la vivienda directamente, en cuestión de pocos días.

Legalidad alrededor de la venta de un piso por divorcio

Más allá del aspecto afectivo de una venta tras un divorcio, existen varios asuntos legales y jurídicos que debemos tener en cuenta antes de decidir vender. Por ejemplo:

  • Si el inmueble ya pertenecía a uno de los cónyuges antes del matrimonio, éste seguirá siendo suyo. En este caso, la propiedad no cambia pero sí puede cambiar el disfrute de la casa, que en muchos casos es concedido al cónyuge con menos poder adquisitivo.
  • Si por otra parte los dos ex-cónyuges son propietarios del 50% de la vivienda, no será posible vender si uno de los dos no quiere. En este caso, la opción más viable suele ser realizar una extinción de condominio.
  • En ambos casos anteriores, el resultado cambiará si tenemos hijos menores de edad. Así pues, la parte que decida quedarse con la custodia podrá vivir en la casa hasta la mayoría de edad de los hijos.
  • Si ambas partes son co-propietarias del inmueble, van a tener que cubrir los gastos de forma equitativa. Sin embargo esto es algo que podemos negociar entre los dos.
  • Por último, hay veces en que no es posible llegar a un acuerdo y la única solución es ir a juicio. En este caso, es recomendable es necesario, o por lo menos muy recomendable contratar a un abogado que nos guíe.