La novación de hipoteca es el acuerdo con el banco para modificar cláusulas del contrato vigente. Esta situación puede darse cuando tenemos un préstamo hipotecario que ya no nos satisface y pretendemos adecuarlo al actual mercado. Pero también hay otras situaciones en las que podemos necesitar llevar a cabo esta operación. En este artículo las repasamos todas.
Conseguir una hipoteca con mejores condiciones
Cuando iniciamos un proceso de renovación del contrato con la entidad bancaria, en muchos casos lo hacemos para mejorar las condiciones. En función de lo que quiera el cliente y de cómo vaya la negociación con el banco, la novación de hipoteca nos puede permitir realizar las siguientes operaciones:
- Reducir el tipo de interés aplicado o bien pasar de una hipoteca variable a una de tipo fijo o viceversa.
- Acortar el plazo para no pagar tantos intereses.
- Cambiar o eliminar alguna comisión que limite nuestras operaciones (amortización, novación, subrogación o la comisión de riesgo por tipo de interés).
Cabe reseñar que, en la negociación, el banco nos puede incluir algún producto vinculado si nuestra intención es reducir el interés o eliminar alguna comisión (amortización). Debemos valorar si dichos productos son necesarios para nosotros y si nos compensa.
Además, hay que sumar el pago extra de gastos de formalización (comisión de novación, gestoría, notaría, tasación en caso de ampliación de capital, registro de la propiedad, etc.). Si pretendemos modificar nuestro contrato, tendremos que comprobar si estos se compensarían rápidamente por el ahorro que obtendríamos.
Reducir los gastos para evitar un impago
También podemos renovar la hipoteca en caso de tener problemas para pagar las cuotas por una disminución de los ingresos (pérdida de trabajo, cambio en la cotitularidad, etc.). En este contexto, podemos modificar la hipoteca con una etapa de carencia de capital en la que pagaríamos únicamente los intereses durante un período acordado con el banco, en general de uno, dos o tres años.
Otra opción es pedir una ampliación del plazo para pagar una cuota más barata. En ambos casos, debemos tener en cuenta que, a la larga, acabaremos abonando más dinero en intereses, pero al menos podremos hacer frente a las mensualidades sin tantos problemas.
Si nuestra situación económica hubiera empeorado más y fuéramos incapaces de abonar las mensualidades en ningún caso, en la guía de HelpMyCash.com podemos encontrar todas las opciones que tenemos cuando no podemos pagar las cuotas de nuestra hipoteca.
Novación de hipoteca por divorcio
Muchas parejas compartían la titularidad del préstamo hipotecario y la ruptura obliga a debatir quién se responsabiliza de los plazos que quedan. Por esta razón, la novación de hipoteca puede ser la operación adecuada en el proceso de un divorcio para cambiar la titularidad y sacar del préstamo a la persona que ya no vivirá en el inmueble hipotecado.
Para ello, tendríamos que negociar con el banco la modificación del titular. La situación puede derivar en que uno de los cotitulares asuma en solitario la responsabilidad del pago de las cuotas. En caso de que la entidad financiera se niegue, podríamos negociar el cambio de uno de los cotitulares por otro.
Otra opción es añadir un avalista como garantía extra para aumentar las opciones de que el banco acepte la novación de hipoteca. Pero mucho cuidado, porque pondríamos en riesgo todos sus bienes en caso de problemas con los pagos.
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