El Premio Nobel de Economía de 2022 ha sido otorgado a tres académicos estadounidenses que se repartirán a partes iguales 10 millones de coronas suecas, cerca de 1 millón de euros. Los galardonados han sido Douglas W. Diamond, Philip H. Dybvig y, el más conocido, Ben S. Bernanke, quien ocupó la presidencia de la Reserva Federal de EE.UU (el equivalente al BCE ) entre 2006 y 2014.
Los investigadores han sido premiados por sus estudios en relación al sector bancario y su papel en la economía: han mejorado la comprensión colectiva acerca de la fragilidad de la banca en momentos de crisis y de la importancia de evitar su colapso con el fin de reducir los efectos de una recesión.
¿Son verdaderamente importantes los bancos?
La respuesta es sí. Aunque algunas veces te sacan de tus casilla y te bloquean la cuenta, o cobran comisiones, o te seducen a contratar productos que no necesitabas, lo cierto es que la estabilidad de los bancos es vital para la seguridad de tu dinero, y por ende de la economía en general.
Aunque la afirmación parece obvia, estos tres galardonados evidenciaron, gracias a su investigación sobre la banca, que la importancia de contar con entidades robustas y de prepararlas para momentos de tensión evita el colapso de la economía cuando surge una crisis.
Diamond, Dybvig y Bernanke sentaron las bases de estos análisis y de ellos se han extraídos grandes lecciones como el deber de regular los mercados y de afrontar de manera activa los momentos turbulentos.
¿Cuáles han sido sus aportaciones?
La banca como intermediario
La teoría de los profesores Diamond y Dybvig se centra en explicar el valor principal de las entidades financieras para hacer que la economía funcione. Las personas quieren poder acceder a su dinero en cualquier momento, mientras que quienes mantienen deudas de pasivo (préstamos de empresas y particulares, generalmente para inversión) necesitan la seguridad de que no se les exigirá pagar antes del tiempo pactado.
La banca entonces ofrece la solución: actúa como intermediaria que acepta depósitos de ahorradores, con los que permite acceso a liquidez y, al mismo tiempo, ofrece financiación a largo plazo.
La rumorología y los fondos de garantía
Ambos estudiosos también se dieron cuenta de la fragilidad bancaria. ¿Qué pasa si existen rumores negativos sobre una entidad? Básicamente, que el rumor puede convertirse en una profecía autocumplida. Esto ocurre cuando en un momento de dudas los depositantes de un banco acuden en masa a una sucursal y exigen la retirada de su dinero. La fuga de depósitos desencadena un problema de liquidez y, por ende, se produce el colapso.
Para evitarlo, Diamond y Dybvig pusieron sobre la mesa el papel de los fondos de garantías de depósitos (FGD), los cuales han demostrado ser una herramienta muy poderosa para tranquilizar las aguas revueltas por el pánico bancario. En caso de intervención, el Estado se convierte en prestamista de último recurso. Desde la crisis financiera de 2008 estos instrumentos se reforzaron y en España el FGD se elevó de 20.000 a 100.000 euros por titular. Desde hace años se debate en Europa la centralización total de estos fondos.
La quiebra bancaria y su efecto ‘nuclear’
Bernanke, por su parte, analizó la Gran Depresión de la década de 1930, la peor crisis económica de la historia moderna. Entre otras cosas, demostró cómo las quiebras bancarias son decisivas en la intensidad de una crisis. Si el sector financiero tiene problemas, las recesiones serán más profundas y prolongadas. «En otras palabras, la Gran Crisis de 1929 no hubiera sido tan fuerte si los bancos hubiesen estado mejor regulados y capitalizados», explica Oliva Feldman, cofundadora de HelpMyCash.com
El expresidente de la Fed se ganó el apodo de ‘Helicóptero Ben’ por las políticas monetarias expansivas aplicadas durante su trayectoria en el banco central. Esto es así porque fue pionero en usar inyecciones masivas de dinero para generar liquidez e impedir que el sistema financiero y económico se derrumbase.
En conclusión, hoy por hoy debemos agradecer a los estudios de estos tres hombres que tengamos una banca más sólida, capitalizada y capaz de soportar una crisis financiera. Y, en suma, que sintamos que nuestro dinero está seguro.
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