Si algo nos ha enseñado la película de Confesiones de una compradora compulsiva es que no solo no conviene abusar de las tarjetas de crédito de la financiación de las tiendas de forma recurrente o de un crédito en general, sino que, además, no siempre es una buena idea escoger plazos largos de financiación para todos los productos o servicios. Esto lo podemos definir cómo deuda buena y deuda mala. ¿A qué nos referimos cuándo hablamos de esto? Te lo contamos

¿Qué entendemos por una “deuda mala”?

Aunque existen varios tipos de deuda mala, en este post queremos centrarnos en un tipo concreto de deuda, que sería aquella que adquirimos por un período de tiempo superior a la vida útil del producto que hemos financiado. ¿Qué quiere decir esto? Desarrollémoslo en un contexto determinado:

Supongamos que tu móvil ha decidido dejar de funcionar y no te queda más remedio que cambiarte de teléfono. Resulta que ha salido el nuevo Xiaomi o el nuevo iPhone y te mueres de ganas de adquirir uno de los dos. No obstante, te resulta imposible abonar su importe de una sola vez, ya que tienes que pagar el alquiler o la hipoteca, las compras del supermercado del mes y las facturas. En resumen, pagar el importe total de golpe no te viene bien. Entonces optas por financiarlo, ya bien sea con el comercio en cuestión, con tu banco o con tu tarjeta de crédito. Hasta aquí ningún problema, contraer este tipo de deuda no es malo, pero puede serlo si no escoges bien el plazo. ¿Por qué?

Imaginemos que la financiación escogida u otorgada es a 3 años. Por todos es sabido que rara vez un móvil dura tanto. La media está en 2 años. Si escoges un plazo de 3 años y tu móvil se estropea antes o lo pierdes o incluso te lo roban, estarás pagando por algo que ya no puedes usar. Eso sería una deuda mala.

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RECUERDA que esta no es la única definición de deuda mala. Otra definición que podemos emplear para definir una mala deuda es aquella que contraemos por algo que no podemos permitirnos o que realmente no necesitamos o, incluso, el resultado de un sobreendeudamiento.

Entonces, ¿cuál sería una “deuda buena”?

Justamente lo contrario, aquella que no excede a la vida útil de un producto. Pongamos otro contexto:

Quieres o necesitas cambiar tu ordenador. A diferencia de otros tipos de tecnología, los ordenadores suelen durar más años que los móviles (os lo digo yo, que llevo con el mismo portátil desde hace 11 años y, sin embargo, he tenido entre 4 y 5 móviles desde entonces). Si por ejemplo decides adquirir un portátil de unos 600 euros y optas por una financiación de uno o dos años y este llega a tener una vida útil de cinco o más años, habrás disfrutado de un producto que habrás terminado de pagar hace tiempo. Por tanto, eso sería una deuda buena.

RECUERDA que otra definición de deuda buena es aquella que adquirimos por algo que nos reportará un beneficio, por ejemplo financiar un coche o un ordenador que usaremos para trabajar y que, por tanto, nos permitirá generar ingresos.

6 consejos para evitar contraer malas deudas

Si no quieres terminar hasta arriba de malas deudas como Rebecca, la protagonista de Confesiones de una compradora compulsiva, (especialmente hoy en día, cuando dispones de ofertas de financiación al alcance de tu mano en cualquier parte) desde HelpMyCash te recomendamos que tengas en cuenta estos consejos:

  1. Decide bien qué financiar y qué no. Es mejor que lo hagas con compras puntuales y no muy a menudo.
  2. Plantéate si el producto que vas a financiar lo necesitas realmente y bajo qué condiciones
  3. Escoge un plazo que no exceda la vida útil del producto.
  4. Intenta que el importe a pagar cada mes no supere el 30% de tus ingresos
  5. Compara bien las ofertas de financiación y no te quedes con la primera que te ofrezcan
  6. Calcula cuánto puedes llegar a pagar al final sumando los intereses para ver si te sale a cuenta recurrir a esa oferta

¿Tienes más gastos que ingresos? ¿Has contraído más de una deuda? Si es así, te dejamos nuestra guía gratuita que te ayudarán a mantener una gestión financiera más sana

 

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