Una póliza de crédito es una forma de financiación inmediata que permite hacer frente a las necesidades económicas derivadas de la actividad de un negocio, cubriendo los desfases de los flujos de cobros y pagos. La entidad financiera pone a disposición cierta cantidad de dinero, de la cual se podrá disponer hasta ese límite, de forma que sólo se pagarán los intereses por las cantidades efectivamente dispuestas y no por la totalidad del crédito concedido.
En otras palabras, es un préstamo pero con vencimiento a tiempo determinado y con disposición del capital prestado de manera aleatoria, en función de las necesidades del propio cliente. Es una fórmula de financiación muy usada entre las empresas, pero para sacarle la mayor rentabilidad, debe utilizarse de forma puntual y no como vía de financiación permanente, lo cual es uno de los errores más cometidos por los usuarios.
Componentes de una póliza de crédito
Los componentes de una póliza de crédito son:
- Capital máximo disponible o límite: es decir, el importe máximo del préstamo que podemos disponer.
- Vencimiento: las pólizas de crédito tienen una duración determinada, pactada antes de su concesión.
- Comisiones aplicables y tipos de interés: al ser un producto financiero, acarrea costes por comisiones e intereses.
Comisiones e intereses
En una póliza de crédito hay que hacer frente a una amplia gama de comisiones e intereses a pagar, los cuales son:
- Comisiones de apertura: normalmente, sobre el 0,25% y el 2%, aunque varía en función del límite de la póliza y las condiciones crediticias del prestatario.
- Comisiones de disponibilidad: es un porcentaje de la cantidad que podemos disponer, no suele superar el 0,1%.
- Interés por saldo dispuesto: es el interés por el saldo medio dispuesto.
- Interés por saldo no dispuesto: a veces se aplica también un tipo de interés a pagar por las cantidades de crédito que no hemos usado durante el periodo de liquidación de intereses.
- Interés excedido: en caso de que excedamos la cantidad acordada, hay que pagar el exceso de cantidad. El interés a pagar será más alto que el acordado para la cantidad inicial.
Como podemos comprobar, el coste económico de una póliza de crédito es grande, dado que son muchos los parámetros que se tienen que tener en cuenta para liquidar la operación cada periodo.
¿Debo pedir una póliza de crédito?
Como hemos comentado anteriormente, el uso de las póliza de crédito se ha extendido mucho entre las empresas y muchas veces no se hace un buen uso del mismo. Por ello, presentamos los caso en los que SI se debe pedir una póliza y en cuáles NO.
Cuando SI debemos solicitar una póliza de crédito:
- Para necesidades puntuales: por ejemplo, si hago una venta de un producto y lo cobro a plazos, hasta que no cobre el importe total hay que pagar IVA e impuesto de sociedades. Entonces, puede usar una póliza para hacer frente a esos gastos puntuales.
Cuando NO debo solicitar este tipo de póliza:
- Para financiar la adquisición de activos fijos: por ejemplo, si necesito una máquina para mi empresa, que va a formar parte de mi maquinaria durante mucho tiempo, es mejor financiarla con préstamos directos.
- Para financiar necesidades permanentes: por ejemplo, si tenemos muchas ventas pero todo el mundo nos paga a plazos, habrá un momento que tengamos un flujo de caja negativo. En este caso, el índice negativo se debe paliar con fondos propios, nunca con financiación bancaria.
- Nunca se debe usar una póliza de crédito para resolver los impagos de los clientes.
Las pólizas de crédito han representado un vehículo de financiación importante durante la época de expansión y durante la crisis económica, pero para que no se convierta en un problema para las empresas, es importante utilizarlo de manera sabia y en el momento apropiado.
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