Las tarjetas de crédito son herramientas de compras y financiación muy útiles para tener a mano. Contratar una de estas tarjetas para tener “por si acaso” o para compras puntuales será un gran aliado. No obstante, se trata de un producto de financiación, al utilizarla estamos contrayendo una deuda con el banco, por lo que es importante entender cómo funcionan y utilizarlas responsablemente. Si vamos a solicitar una tarjeta de crédito (o incluso si ya tenemos una), lo primero que debemos hacer en cuanto la tengamos en nuestro poder es cambiar la forma de pago. Te explicamos por qué esto es tan importante.

Por qué es importante cambiar la forma de pago con las tarjetas

Las tarjetas de crédito tienen diferentes formas de pago aplazado. Pagar a plazos generará intereses, por lo que elegir la forma de reembolso de las compras que realicemos con las tarjetas de crédito será primordial para evitar sobreendeudarnos con ellas.

La forma de pago seleccionada por defecto en la gran mayoría de tarjetas de crédito cuando las contratamos es el pago fraccionado de un porcentaje. Con este tipo de pago, las compras realizadas se devuelven pagando un porcentaje de la misma. Al ser porcentual, la cuota se irá rebajando cada mes si no realizamos más compras, pero tiende a alargarse mucho más. Además, podremos elegir el porcentaje que queremos que nos cobre, desde un 30% y hasta un 2%.

Con el pago porcentual mínimo, las compras que realicemos harán que siempre paguemos una mensualidad muy baja y la deuda se alargue casi indefinidamente y pagando muchos más intereses que con otros métodos de pago.

Es por esta razón, que lo primero que debemos hacer con una tarjeta de crédito es cambiar la forma de pago.

¿Qué forma de pago elegir con mi tarjeta de crédito?

Lo más indicado es elegir la modalidad de “Pago diferido total”, por la que las compras que realicemos un mes se cargarán a comienzos del mes siguiente y sin intereses. Con el pago diferido total, si durante diciembre realizamos tres compras de 100, 70 y 50 euros, a comienzos de enero devolveríamos 220 euros, sin pagar intereses.

De todas maneras, la forma de pago a elegir dependerá de nuestros hábitos como consumidores. Según para qué utilicemos la tarjeta, nos convendrá uno u otro.

Lo bueno de las tarjetas de crédito es que podremos cambiar la forma de pago en cualquier momento y todas las veces que deseemos, lo que nos permite adaptarla en cada momento a las compras que realicemos. Además, se podrá realizar por la banca online, por teléfono o en la oficina.

Si queremos utilizarlas para fraccionar compras, siempre es aconsejable hacerlo con el pago a pazos de una cuota fija (eligiendo cuánto pagaremos fijo cada mes), para poder tener un tiempo límite de reembolso total de la compra.

Además, para aquellos usuarios que tienen el pago diferido total como forma de reembolso habitual, son cada vez más las tarjetas que ofrecen el “Pago Fácil” una forma de fraccionar una compra en concreto sin cambiar la forma de pago y que, generalmente, tienen mejores condiciones que el pago aplazado.

En definitiva, cambiar la forma de pago de las tarjetas de crédito se debe realizar como algo habitual y continuo de acuerdo con las compras que realicemos y los gastos que tengamos.