Aunque ya no es tan habitual como antes de la crisis, algunos bancos aún nos dan la opción de pedir una carencia de hipoteca. Este mecanismo nos permite no pagar las cuotas o abonar solo la parte de los intereses durante un tiempo, lo que nos puede venir bien si pasamos por un mal momento económico. Sin embargo, lo que estas entidades no suelen explicar es que, a la larga, así se paga mucho más en intereses. En este artículo explicaremos por qué pasa eso y lo ilustraremos con varios ejemplos.

Pagar más tarde tiene un precio

Técnicamente, un período de carencia es un tiempo durante el que no hay que pagar las cuotas del préstamo o solo hay que abonar una parte. Si es total, las mensualidades no se nos cobrarán durante ese plazo, mientras que si es parcial, solo tendremos que hacer frente a los intereses devengados sobre el capital pendiente.

Lo bueno de esta opción es que nos da un tiempo muerto si tenemos problemas para hacer frente a las mensualidades. No obstante, los intereses se acumulan durante ese período, así que a la larga se paga más. Veamos qué pasa en cada caso:

  • Si es parcial, el capital no bajará mientras dure la carencia. Una vez pasado el período establecido, el tipo se volverá a aplicar sobre el mismo principal pendiente, así que pagaremos esos intereses por partida doble.
  • Si es total, los intereses devengados que no paguemos se sumarán al capital pendiente. Por lo tanto, cuando nos toque abonar las cuotas de nuevo, el tipo se aplicará sobre un principal aún mayor, lo que nos saldrá más caro tanto a corto como a largo plazo.

En ciertas ocasiones, además, el banco permite alargar el plazo tras la carencia para que las nuevas cuotas no sean más caras que las anteriores. Esto también encarecerá el crédito, ya que se generarán intereses durante más tiempo.

Caso real: cuánto cuesta una carencia de hipoteca

Hasta ahora hemos explicado la teoría, pero es mucho más fácil verlo con ejemplos gráficos. Imaginemos que firmamos una hipoteca de 100.000 euros a 25 años al 2%. Si la amortizáramos normalmente, abonaríamos unas cuotas mensuales de 423 euros y, al finalizar el plazo, habríamos pagado 27.156,77 euros en intereses. Pero ¿qué ocurriría si se aplicara una carencia durante los primeros seis meses?

Parcial (de capital)

Si esta fuera solo de capital, las cuotas durante los primeros seis meses serían de 166,67 euros, mientras que las siguientes serían de 430,53 euros. Pasados los 25 años, habríamos pagado un total de 27.574,54 euros en intereses, es decir, 417,77 euros más que con una amortización normal.

En la siguiente imagen podemos observar lo que explicábamos en el anterior apartado:

Fuente: Banco de España

Total

En cambio, si fuera total, no pagaríamos nada durante los primeros seis meses, mientras que en los siguientes deberíamos hacer frente a unas cuotas de 434,85 euros al mes. En total, desembolsaríamos 27.845,56 euros en intereses, así que nos supondría un coste adicional de 688,79 euros.

Podemos consultar la tabla de amortización del primer año aquí para ver por qué nos saldría más caro:

Fuente: Banco de España

Como vemos, pagar más tarde cuesta bastante más a la larga. Por ello, solo es aconsejable solicitar una carencia de hipoteca en aquellos casos en los que resulte total y absolutamente necesario: si nos hemos quedado sin trabajo, si nos ha sorprendido un imprevisto grave que reducirá nuestros ingresos durante unos meses, etc.

Si pasamos por problemas económicos, hay también otras soluciones que nos pueden ayudar a evitar el impago. En la siguiente guía, que podemos descargar gratuitamente, las explicamos todas con detalle: