Solicitar un préstamo personal no es una cuestión baladí. Cualquier error de cálculo en el momento de pedir la financiación puede acabar saliéndonos muy caro y uno de los más comunes es escoger mal la cuota mensual. Pecar de exceso puede acabar provocando que, ante cualquier imprevisto, no podamos afrontar el pago del crédito, lo que implicará intereses de demora y comisiones, pero escoger una cuota demasiado reducida tampoco es la solución, ya que el coste del préstamo se disparará y la factura final acabará siendo mucho más cara de lo que esperábamos. En este artículo vamos a analizar qué cuota nos podemos permitir en función de nuestro salario mensual.

La cuota de un préstamo personal, hasta el 20% de la nómina

Para determinar cuál es la cuota máxima que nos podemos permitir, podemos aplicar la regla del 20%. El portal Finanzas para todos del Banco de España y la CNMV recomienda no dedicar más del 20% de los ingresos al pago de las deudas. La barrera se reduce al 15% para los mayores de 55 años. Ese tanto por ciento se refiere al total de las deudas (préstamos personales y tarjetas), pero no incluye la hipoteca de la primera vivienda; si se incluye la hipoteca, el tanto por ciento se puede elevar al 35% o 40%, ya que en ese caso seguramente no se tendrá que pagar alquiler.

Es sencillo. Si cobramos mil euros, no deberíamos dedicar más de 200 euros al pago del conjunto de nuestros préstamos personales y tarjetas y si en lugar de alquiler, pagamos una hipoteca, entonces el total de todas las deudas no debería superar los 400 euros.

Supongamos que no tenemos hipoteca y que situamos la barrera en el 20%. En ese caso, esta es la cuota que nos podríamos permitir en función de nuestros ingresos netos mensuales:

  • Sueldo de 1.000 euros: 200 euros de cuota
  • Sueldo de 1.250 euros: 250 euros de cuota
  • Sueldo de 1.500 euros: 300 euros de cuota
  • Sueldo de 1.750 euros: 350 euros de cuota
  • Sueldo de 2.000 euros: 400 euros de cuota

Lógicamente, la regla anterior no puede aplicarse igual en todos los casos. Si tenemos personas a cargo o muchos gastos fijos, probablemente debamos reducir ese tanto por ciento. Por el contrario, si nuestro sueldo es muy abultado y no tenemos cargas familiares, seguramente tengamos la capacidad de aumentar la cantidad de dinero que dedicamos al pago de un préstamo personal. Además, tampoco hay que tomar la cifra a rajatabla. Si queremos ir algo más desahogados, podemos reducir ligeramente el tanto por ciento, así, aunque los intereses y el plazo aumenten, tendremos mayor capacidad de maniobra ante un imprevisto.

Equilibrio entre plazo y cuota

La herramienta que tenemos a nuestra disposición para modificar la cuota de un préstamo es el plazo, un factor que, aunque muchas veces pasemos por alto, influye enormemente sobre el precio final de un préstamo personal.

Antes de solicitar un crédito, debemos memorizar esta regla: cuanto mayor sea el plazo de amortización, más intereses pagaremos, ya que cada mes se devolverá un importe menor y se generarán intereses durante más tiempo (esta norma no se aplica si el crédito tiene un interés del 0%).

Veamos un ejemplo: imaginemos que solicitamos 10.000 euros al banco con un tipo de interés del 5%. Si amortizamos la deuda en cinco años, pagaremos una cuota mensual de 188,71 euros y los intereses totales que abonaremos ascenderán a 1.322,74 euros. Pero ¿y si no podemos asumir esa cuota? En tal caso, podemos aumentar el plazo. Si devolvemos el dinero en diez años, la cuota mensual se reducirá a 106,07 euros. Eso sí, los intereses se duplicarán: al final habremos pagado 2.727,70 euros por el crédito.

Lo ideal es reducir el plazo del préstamo personal para que la financiación sea más barata. Pero por muy seductor que sea liquidar la deuda en uno o dos años, debemos valorar qué cuota nos podemos permitir en base a nuestra nómina. Así, la clave está en buscar un equilibrio entre el plazo del préstamo y la cuota mensual.

Supongamos que cobramos mil euros al mes y no tenemos ninguna otra deuda. En ese caso, podríamos dedicar hasta 200 euros al mes para amortizar un préstamo personal (el 20% de 1.000 euros). Con los datos anteriores, podríamos reducir el plazo del préstamo a 56 meses, algo menos de cinco años (cuota mensual de 200,58 euros), lo que reduciría los intereses totales a 1.232,75 euros. Si en lugar de mil, cobramos 2.000, podríamos dedicar hasta 400 euros al pago de la deuda, lo que nos permitiría reducir el plazo a 27 meses (mensualidad de 392,36 euros), en cuyo caso los intereses finales serían de solo 593,86 euros.

cuota prestamo

Más allá del plazo

Como ya hemos dicho, el período de reembolso elegido es clave para el desarrollo del préstamo, ya que fija el importe de la cuota y define durante cuánto tiempo estaremos pagando intereses. Obviamente, este es el otro punto clave del crédito: el tipo de interés. En el ejemplo hemos aplicado un 5% TIN, un coste muy atractivo que pocas entidades ofrecen. Una de ellas es Cofidis mediante su Crédito Proyecto, un préstamo que permite conseguir hasta 15.000 euros desde el 4,95% TIN (5,07% TAE).