La venta de una vivienda es una de las operaciones más importantes que podemos hacer en nuestras vidas. Sin embargo, no es secreto para nadie que puede ser un trámite un tanto complejo: requiere que sigamos unos pasos, que realizamos una serie de gestiones e, incluso, que paguemos algunos impuestos. Por esto, algunos vendedores pueden cometer errores a lo largo del proceso que se pueden convertir en auténticas pesadillas, dignas de una película Alfred Hitchcock. En este artículo contamos 3 posibles situaciones terroríficas que podemos afrontar durante la venta para que podamos evitarlas.

1. Contratar a una inmobiliaria “fantasma”

La elección de la agencia inmobiliaria que llevará la venta de nuestra casa es una de las decisiones más importantes que debemos tomar al inicio del proceso. De esta puede depender el éxito de la operación..

Existen muchas inmobiliarias profesionales y competentes en el mercado, pero también abundan las que tienen agentes entre sus filas sin la debida preparación, que prestan un servicio que deja mucho que desear o que simplemente desaparecen una vez que los contratas. Este es un sector que no está regulado en España, por lo que, básicamente, cualquiera que se quiera subir al carro del ladrillo puede poner un agencia o dedicarse a ser agente inmobiliario, sin contar con ningún tipo de experiencia.

En este sentido, es vital que comparemos lo que nos ofrecen, como mínimo, tres inmobiliarias, tanto online como tradicionales, para que podamos sopesar su oferta de servicios y la experiencia que tienen el mercado. Es imprescindible que hablemos con cada una de ellas y les hagamos tantas preguntas como podamos: ¿cuántos pisos han vendido recientemente en el barrio y a qué precios? ¿cuánto tiempo han tardado? ¿A qué precio debería vender mi casa? ¿qué servicios me ofrecen y cuánto cuestan? ¿Piden exclusividad? ¿Qué acciones llevarán a cabo para vender mi vivienda? ¿Cuánto tiempo tienen trabajando en el mercado?

Además, debemos verificar las opiniones que tienen otros clientes de la agencia en Internet o en algunas webs como HelpMyCash.com. La experiencia de otros vendedores nos puede ayudar a saber si estamos tratando con profesionales e, incluso, nos pueden advertir de malas prácticas.

2. Tardar la vida en encontrar un comprador

Esta también es una de las peores pesadillas que podemos afrontar como vendedores. De hecho, es el miedo más grande que solemos tener cuando decidimos embarcarnos en esta aventura.

La forma más efectiva que tenemos de evitar que esta se convierta en realidad es fijando un precio de mercado a nuestro piso. Si establecemos un importe demasiado alto, nadie nos querrá comprar la casa. En este sentido, es imprescindible que nos dediquemos a sondear el mercado de la vivienda y que tasemos nuestro inmueble por diferentes vías.

Por ejemplo, al entrevistar a las inmobiliarias podemos pedirles a cada una que nos haga una valoración de la casa. Además, podemos mirar a qué precio se venden los pisos similares al nuestro del barrio publicados en los portales inmobiliarios. Así, podemos saber la competencia que tenemos y fijar un precio competitivo para atraer más rápido a los compradores.

También, es aconsejable que utilicemos las múltiples herramientas de valoración online gratuitas que existen. Así, con todos estos precios en la cabeza, podemos elaborar un rango y decidir un importe de salida ajustado al mercado y que corresponda con nuestra estrategia de venta. Si necesitamos vender rápido, tendremos que optar por uno que se ubique por el lado bajo de nuestro rango.

3. Pagar más impuestos de lo que nos corresponden

Al vender una casa tenemos que pagar dos impuestos: la plusvalía municipal y el IRPF. El primero lo tenemos que liquidar por el incremento de valor que ha experimentado nuestra casa a lo largo del tiempo y el segundo por la ganancia patrimonial obtenida con la venta.

El asunto es que para saber cuánto tenemos que pagar a Hacienda por cada uno de estos impuestos tenemos que hacer unos cálculos que incluyen varios conceptos. Por ejemplo, para la cuota tributaria de la plusvalía municipal, tenemos que, de manera general, multiplicar el valor catastral por unos coeficientes definidos por nuestro ayuntamiento. Estos variarán de acuerdo a la cantidad de años que hemos tenido el piso en propiedad. Luego, a este resultado, debemos aplicarle el porcentaje de tributo aplicable en nuestra localidad.

En este sentido, debido al carácter municipal de este impuesto, la cuota a pagar puede variar mucho según donde esté ubicado nuestro piso. Si estamos vendiendo la casa sin ayuda y no tenemos mucha idea del tema tributario, podemos cometer algún error en realizar el cálculo y terminar pagando de más al Ayuntamiento.

Si hacemos un ingreso debido, podemos reclamar para que nos devuelvan el exceso, pero esto requiere entrar en un trámite burocrático que puede tomar tiempo. Así que conviene que seamos muy cuidadosos al echar números o que busquemos el asesoramiento de un experto fiscal si queremos ir sobre seguro.