Ahorrar no es una práctica reservada únicamente para los ricos. La mayoría de las veces es cuestión de planificarse y, sobre todo, de saber en qué nos gastamos el dinero y qué gastos superfluos podemos eliminar de nuestra rutina. La regla 50/20/30 nos permite, precisamente, organizar nuestras finanzas personales y nos ayuda a ahorrar cada mes una parte de nuestra nómina. La idea es sencilla: el 50% de nuestros ingresos debemos dedicarlos a satisfacer nuestras necesidades básicas, el 30% a sufragar los gastos prescindibles y el 20% restante, al ahorro.
La mitad de la nómina para cubrir los gastos fijos
Si revisamos nuestra cuenta corriente, nos daremos cuenta de que cada mes tenemos un buen número de gastos imprescindibles: alimentación, alquiler o hipoteca, transporte, suministros, etc. La regla 50/20/30 establece que el 50% de la nómina mensual debería destinarse, precisamente, a sufragar este tipo de gastos.
Si disfrutamos de un sueldo razonable y no conseguimos cubrir las necesidades básicas con la mitad de nuestros ingresos, podemos plantearnos algún cambio para ajustarnos el cinturón. Por ejemplo, cambiar de compañía de luz o recurrir a las marcas blancas de los supermercados.
Cuidado, por que no debemos confundir los gastos fijos con las necesidades básicas. La cesta de la compra o el alquiler son fijos y necesarios, la cuota de Netflix, de Spotify o del gimnasio también son gastos fijos, pero prescindibles, por lo que no deberíamos incluirlos en esta categoría.
El 30% para el ocio y los caprichos
Según este método de ahorro, un tercio de la nómina debería ir destinado a costear los gastos personales. Aquí incluiríamos todos aquellos bienes y servicios que no son básicos, como las actividades de ocio, la ropa y los complementos, los productos tecnológicos, los viajes, etc. Si dedicamos más de un 30% de lo que ingresamos a pasárnoslo bien y a pagar caprichos, es probable que luego no podamos ahorrar lo suficiente.
El 20% para ahorrar
Y llegamos a la razón de ser de la regla 50/20/30: el ahorro. Según este método, cada mes deberíamos guardar el 20% de lo que ganemos con el objetivo de ir construyendo un colchón que pueda sacarnos de un apuro en el futuro. La clave para conseguir ahorrar ese tanto por ciento radica, por un lado, en mantener a raya las otras dos partidas y, por el otro, en no esperar a fin de mes para guardar el dinero que queramos ahorrar.
Si queremos cumplir nuestros objetivo, lo ideal es ahorrar la cantidad que nos hayamos propuesto a principios de mes, cuando recibamos la nómina, y separarla del resto de nuestro dinero. Podemos programar una transferencia periódica de nuestra cuenta corriente a la de ahorro que se realice automáticamente a principios de mes. Si esperamos a final de mes para ahorrar, corremos el riesgo de haber gastado más dinero de la cuenta.
Ahorro adaptado al sueldo de cada uno
Dicho lo anterior, ¿cuánto deberíamos ahorrar? Si seguimos la regla 50/20/30, el importe que deberíamos guardar cada mes dependerá de cuánto ingresemos:
- Sueldo de 1.000 euros: 200 euros de ahorro
- Sueldo de 1.500 euros: 300 euros de ahorro
- Sueldo de 2.000 euros: 400 euros de ahorro
- Sueldo de 2.500 euros: 500 euros de ahorro
- Sueldo de 3.000 euros: 600 euros de ahorro
En cualquier caso, la regla no es definitiva y dependerá, en última instancia, de nuestro sueldo y de nuestra situación personal (deudas vigentes, personas a cargo, etc.).
Un truco no solo para ahorrar, sino para llegar a final de mes consiste en anotar todos nuestros gastos mensuales (alimentación, suministros, transporte, bebidas, restauración, moda, etc.) y analizar de cuáles podríamos prescindir y cuáles rebajar.
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