Uno de los mitos clásicos que rodea a los productos de inversión de renta fija es que su rentabilidad siempre será positiva y que, por tanto, no se puede perder dinero. Querido ahorrador, nada más lejos de la realidad. Invertir en obligaciones, bonos y letras puede acabar reportando una rentabilidad negativa. Algo que muchos españoles desconocen, concretamente casi un 40 %. Un reciente estudio realizado por el comparador HelpMyCash.com revela que un 39,4 % de los encuestados cree que los productos de renta fija no pueden dar una rentabilidad negativa. Pero lo cierto es que sí. Veamos por qué.

El mito de los productos de renta fija

Antes de continuar, debemos aclarar que si se contrata un producto de renta fija, por ejemplo un bono, y se mantiene hasta el vencimiento, al final se recibirá la cantidad determinada en el momento de la firma y se entiende que esta será positiva, ya que la lógica nos invita a pensar que si contratamos un producto de inversión es para ganar dinero. El único obstáculo que podríamos tener en este sentido es que el emisor de la deuda incurra en un impago.

Sin embargo, durante los últimos años hemos asistido a emisiones de deuda estatales a tipos negativos, lo que significa que aquellos que hayan acudido a las colocaciones y mantengan los bonos, letras u obligaciones hasta el vencimiento, acabarán teniendo menos dinero del que tenían al suscribirlos.

Así que, lección número uno: incluso manteniendo un producto de renta fija hasta el vencimiento, la rentabilidad puede ser negativa.

La tiranía del mercado

Además, si el instrumento de inversión se vende antes de la fecha de vencimiento, también se puede acabar recuperando menos dinero del invertido. ¿La razón? Estaremos a merced del mercado. En este punto cabe matizar que también podría ocurrir lo contrario, y que las ganancias aumentasen.

Si se quieren liquidar los productos de renta fija antes del vencimiento, el valor de la deuda será el que dicte el mercado y podría ser inferior o superior al precio de compra, en función de la demanda y de otras tantas variables. Por ejemplo, si se suscribe un bono con una rentabilidad del 5 % y al cabo de un par de meses hay una nueva emisión de bonos, pero con una rentabilidad del 10 %, nuestro título perderá valor, ya que los inversores preferirán comprar el bono al 10 %. Por el contrario, si la nueva emisión de bonos se lanza con una rentabilidad inferior a la de nuestro título, el bono que hayamos comprado será más rentable para los nuevos inversores.

Los tipos de interés también pueden impactar en la renta fija. Por lo general, se asume que cuando los tipos suben, el impacto sobre la renta fija es negativo, mientras que si estos bajan, las consecuencias son positivas. También afectará la calificación que las agencias de rating hayan hecho de los emisores. Cuanto peor sea, mayor será el riesgo de impago y al revés.

Lección número dos: si se vende un título de renta fija, se tendrá que asumir el precio de mercado que tenga en ese momento.

¿Qué hay de los fondos?

Por último, no debemos olvidar los fondos de inversión que invierten en renta fija. No son ajenos al mercado y, por lo tanto, también podrían sufrir rentabilidades negativas. Es importante destacar este punto porque, en ocasiones, son un refugio para los más conservadores y estos no siempre saben que pueden acabar perdiendo dinero.

Vale la pena recordar que los depósitos y las cuentas a la vista son los únicos productos que garantizan al 100 % la recuperación del dinero invertido, ya que, más allá del acuerdo de reembolso al que se haya llegado con la entidad, están cubiertos por el fondo de garantía de depósitos, que respondería ante los clientes si la entidad quebrase.