La vida está llena de imprevistos, tanto buenos como no tan buenos. En el terreno económico, podríamos tener dificultades para hacer frente a un pago demasiado alto o querer hacer una inversión para la que necesitamos pedir financiación. En ambos casos, nos podríamos plantear hipotecar nuestra casa, una de las alternativas más efectivas para conseguir liquidez. Sin embargo, esta opción también tiene algunos riesgos que no debemos perder de vista. En el siguiente artículo comentaremos los pros y los contras de dar nuestra vivienda en garantía.

3 pros de hipotecar la casa

Hipotecar la casa consiste en conseguir que nos presten dinero poniendo una vivienda como garantía de pago. Para poder hacerlo, lo primero que debemos tener en cuenta es que el inmueble en cuestión debe estar libre de cargas, ya que casi ninguna entidad ofrece créditos con garantía de casas ya hipotecadas.
Si cumplimos este requisito básico, entonces podríamos intentar beneficiarnos de las siguientes ventajas:

  • Más oportunidades de conseguir liquidez. Normalmente, los bancos muestran una mayor predisposición a ofrecer financiación si aportamos un inmueble como garantía.
  • Mejores condiciones de financiación. Además, los tipos de interés de los créditos con garantía hipotecaria suelen oscilar entre el 3% y 4% a diferencia del resto de préstamos personales, que doblan o triplican este porcentaje. Eso sí, si nuestro perfil financiero no es muy bueno, el tipo de interés podría superar el 10%.
  • Aval para otros inmuebles. Hipotecar nuestra casa puede servir también como garantía para la hipoteca de una segunda residencia o para avalar a algún familiar. De este modo, las posibilidades de conseguir financiación incrementarán.

¡RECUERDA! Antes de hipotecar la casa, lo recomendable sería comparar las condiciones de financiación que ofrecen varias entidades.

La gran desventaja de poner la vivienda en garantía

Si bien es cierto que hipotecar nuestra casa es una de las vías más rápidas para conseguir financiación, esta opción tiene un gran riesgo: podríamos perderla. En el caso de que dejemos de pagar las cuotas, el banco o la entidad prestamista podrían embargarnos el inmueble e incluso nuestros bienes personales presentes y futuros hasta alcanzar el importe que pague la deuda.

Para evitarlo, lo aconsejable sería no asumir unas obligaciones financieras que superen el 35% de nuestras deudas. En otras palabras, todos los préstamos que tengamos vigentes más las compras financiadas y cualquier otra cargo mensual a penas deberían suponer un tercio de nuestro sueldo.

En la práctica, si nuestra unidad familiar tiene unos ingresos de 2.000 euros, no deberíamos destinar más de 700 euros al pago de deudas.

Conseguir liquidez sin arriesgarte a perder la casa

Para terminar, quizás nos interese conocer qué otras alternativas tenemos para conseguir financiación sin arriesgarnos a perder el inmueble. Estas son algunas de las opciones posibles:

Alquilar una parte de la casa. Si necesitamos dinero, quizás podríamos conseguir una renta extra cediendo parte de nuestra vivienda otro inquilino a cambio de una cuota mensual que nos permita ir más desahogados con las deudas.

Vender algún bien. Otra manera de obtener liquidez podría ser poner a la venta nuestro coche o cualquier otro bien con el valor suficiente para poder afrontar el pago que debemos.

Solicitar un préstamo personal. Si pedimos un crédito convencional sin poner la vivienda como garantía, podríamos tener que pagar un interés más alto, pero en caso de impago no perderíamos la vivienda.

Vender la vivienda. Si no encontramos otra solución, podríamos incluso plantearnos vender nuestra casa y mudarnos a otra más asequible o incluso vivir de alquiler.

¡RECUERDA! Si te encuentras en una situación similiar y te surgen dudas, puedes consultarnos a través del Foro de Hipotecas.