“La incertidumbre en el automóvil dispara el crecimiento del renting”, titulaba EFE Motor; “Las ventas de renting registran un nuevo récord en 2018”, informaba Expansión; “El renting ya matricula uno de cada cinco vehículos en España”, destacaba El Economista. Las noticias sobre el auge de esta alternativa para conducir un coche se han multiplicado en los últimos meses. El renting está de moda y no parece que su remontada vaya a detenerse. En medio de este cambio de consumo en el sector del automóvil, es normal preguntarnos si la nueva tendencia encaja con nosotros. En este artículo buscamos una respuesta a esa incertidumbre: ¿tendría que optar por el renting?

Los bancos, un nuevo actor del renting

Desde hace tiempo, esta fórmula que permite disfrutar de las ventajas de disponer un vehículo sin ser su propietario ha estado muy presente en las pequeñas y medianas empresas. Sin embargo, su penetración entre los particulares era menor (hasta ahora). Además de las propias compañías que se dedican al renting, los bancos (las cinco grandes entidades españolas lo hacen) ofrecen un servicio de renting a los clientes. Para ellos es una nueva vía de ingresos y para los usuarios un servicio más disponible.

Pero ¿cómo funciona? Es muy sencillo: por una parte, podemos elegir el coche que queremos conducir y pagar una cuota mensual por ello. En el contrato se acuerda la cesión del coche para un tiempo (suele ir de dos a cinco años) y un kilometraje anual determinado que modificará la cuantía de la cuota. Cuantos más kilómetros, más cara. Por otra parte, tendremos una serie de incentivos que vemos a continuación.

¿Qué ventajas proporciona el renting?

Pero para saber si unirse a esta tendencia o no, primero hay que saber qué valores diferenciales aporta. Son varios, pero podríamos resumirlos en estos tres:

  1. Tranquilidad. Con el renting, el usuario solo debe preocuparse de una cosa: conducir. El resto (impuestos, averías, mantenimiento, ITV, seguro, etc.) queda en manos de la empresa o del banco propietario del vehículo. Esas cuestiones engordarán la cuota mensual a pagar, pero no serán un quebradero de cabeza.
  2. Simplicidad. Adiós a los altibajos en nuestra economía. Podremos saber cuánto invertiremos en los siguientes meses sin miedo a equivocarnos: pagar la cuota mensual y nada más. Una reparación costosa, por ejemplo, no podrá trastocar nuestras finanzas.
  3. Ahorro inicial. Para conducir un coche de renting no tendremos que abonar una entrada de varios miles de euros como suele ocurrir en la compra de vehículos. Pagaremos lo mismo del primer al último mes  de contrato.

Además, otro aspecto relevante es que la contratación de este servicio no contabiliza como una deuda bancaria como sí lo hace financiar un coche. De este modo, podremos solicitar financiación (siempre y cuando nuestra economía nos lo permita) para otra finalidad sin que esta inversión pueda penalizarnos.

¿En qué situaciones podría beneficiarme más el renting que la compra?

Vistas las ventajas del apartado anterior, parece lógico que todo aquel que persiga esos beneficios piense en el renting como una opción real. No obstante, hay circunstancias que pueden terminar de empujarnos hacia esta opción porque maximizan el valor de esas ventajas. Hablamos, por ejemplo, de estos dos casos:

  • Trabajo temporal. Puede que nos hayan destinado a un puesto en el que necesitemos transporte propio durante un tiempo determinado y no queramos comprarnos un coche para quedárnoslo.
  • Vivir en el extranjero. Por ocio, por trabajo, por temas familiares o por cualquier cuestión puede que pasemos meses o años en otro país. Para esas situaciones, disponer de un vehículo a través del renting supone aprovechar al máximo todas sus ventajas.

Por supuesto, hay un tercer elemento clave: el cambio de coche. Muchas personas aficionadas al motor prefieren cambiar de vehículo cada cierto tiempo sin tener que andar comprando, vendiendo y negociando. Con el renting esa posibilidad es mucho más sencilla. De hecho, casi todo lo referente a esta opción es más simple.