Si necesitamos una ampliación de capital o nos gustaría mejorar las condiciones de nuestra hipoteca, puede que estemos pensando en solicitar una novación a nuestra entidad. La realidad es que el banco podría darnos plantón y negarse a aceptar nuestra propuesta por considerarla indecente y el problema no seríamos nosotros, sino él. Entonces, ¿qué hacer cuando el banco no nos da una segunda oportunidad? A continuación comentamos las tres opciones para hipotecados despechados.
1. Subrogación para cambiar de aires
En las finanzas, como en el amor, puede llegar un momento en el que el interés sea tan alto que nos ahogue y que la vinculación sea tal que nos acabe pasando factura. Además, nuestra relación con el banco podría ser tóxica e incluir cláusulas abusivas que ya no estemos dispuestos a aceptar. Por último, podríamos no estar de acuerdo con el plazo de reembolso y querer acortarlo o prolongarlo en el tiempo, aunque todo tiene un final.
Si el banco no aceptara una novación, podríamos cambiar nuestra hipoteca de prestamista y cambiar de aires. Para ello, deberíamos conocer el mercado hipotecario, comparar y negociar. Durante el proceso, nuestra entidad podría hacernos una contraoferta para volver a sellar nuestro amor. Entonces, estará en nuestras manos aceptar el “ya no soy así, he cambiado” o formalizar el divorcio y hacer borrón y cuenta nueva.
La realidad es que no todo son ventajas, pues la subrogación tiene un coste y hay aspectos como la ampliación de capital y el cambio de titulares o garantías que necesitarían dos operaciones ya en la primera cita: la subrogación y una novación.
2. Pide una nueva hipoteca y deja el pasado atrás
Si nuestra relación estuviera ya muy desgastada y nos fallara la subrogación, tendríamos dos opciones: empezar de cero o poner punto y final a nuestra historia e intentarlo con otro. En ambos casos, la solución pasaría por pedir una nueva hipoteca, ya sea con nuestra entidad o con otra.
Como en cualquier ruptura, decir adiós es un momento difícil. Además, en el ámbito hipotecario, tendremos que tener en cuenta el coste económico que podría conllevar la operación:
- Firmar una nueva hipoteca: tasación y posible comisión de apertura.
- Cancelar el crédito que ya teníamos: posible comisión por amortización anticipada y los gastos de cancelación registral.
Como es normal, antes de tomar una decisión, sería recomendable calcular si nos sale a cuenta o preferimos aguantar un tiempo más aunque la satisfacción no sea plena, eso de “estar por estar”.
3. Abre tu relación: solicita un préstamo personal
En cambio, podríamos ser de los que siempre necesitan más (más dinero, en este caso). ¿Y si ese plus lo pudiéramos encontrar más allá de nuestro compromiso? De ser así, otra alternativa pasaría por mantener nuestra hipoteca y firmar un préstamo personal para conseguir ese pellizquito que nos ilumina la mirada.
Si fuera este el camino escogido, sería imprescindible contar con la seguridad de que podríamos soportar la carga económica de las dos cuotas, pues el tipo de interés de los préstamos suele ser más alto que el de las hipotecas.
Si para el poliamor se necesita diálogo, para asumir un mayor endeudamiento se necesitan ingresos. Según el Banco de España, lo recomendable sería que la cuantía de nuestras obligaciones mensuales no superase el 35% de nuestras entradas de capital.
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