Tantos los préstamos personales como los préstamos rápidos, también llamados créditos rápidos, son dos caminos para obtener dinero extra fácilmente, pero cada uno está pensado para situaciones determinadas. Hoy hablaremos de las diferencias que tienen entre sí y para qué podemos utilizar cada uno.

¿Qué son los préstamos personales?

El adjetivo «personal» hace referencia a la vinculación que este tipo de financiación tiene con la persona. Un préstamo personal es un contrato entre la entidad prestamista y el prestatario (solicitante). El prestamista nos deja una cantidad de dinero fija que debemos devolver mensualmente. Esta cantidad normalmente tiene un límite de 15.000 €, aunque varía según la entidad y la finalidad. La cuota y los intereses del reembolso se pactarán con la entidad durante la contratación.

Los préstamos personales se suelen emplear para financiar estudios, planificar un viaje, hacer reformas, comprar o renovar un vehículo, etc.

La principal diferencia que distingue a los préstamos personales del resto es que no requieren ningún aval o garantía material en concreto, es el solicitante quien responderá con sus bienes presentes y futuros en caso de impago. Esta es la razón por la que son un producto arriesgado para los prestamistas, por eso es habitual que tengan una tasa de interés más alta.

¿Y los créditos rápidos?

Aunque los préstamos rápidos también tienen una garantía personal, es un tipo de financiación que permite obtener liquidez lo antes posible para resolver problemas puntuales (multas, averías, facturas, ayudas para llegar a final de mes, etc.) Normalmente tienen un límite de 800 € y el tiempo de reembolso no supera el mes, pero como en todo, podemos encontrar excepciones.

Los intereses que pagaremos dependerán de la entidad, la cantidad y el plazo que hayamos elegido. De hecho, muchos prestamistas posibilitan la amortización anticipada gratuita para que, como clientes, nos ahorremos un porcentaje de los honorarios y el coste total sea más barato. O en caso contrario, si cuando se acerca la fecha del reembolso no tenemos dinero suficiente, podemos pedir una extensión del plazo de hasta 30 días.

¿Para que se utiliza cada uno?

Préstamos personales: como permiten obtener cantidades de dinero bastante altas, se suelen emplear para adquirir servicios o bienes de consumo, y no tiene por qué ser una urgencia. Muchas veces se emplean para reservar las vacaciones, comprar o renovar un vehículo, pagar el carnet de conducir, hacer reformas, amueblar una casa o un local, pagar estudios, etc.

Créditos rápidos: por el contrario, un crédito rápido es más bien una  solución rápida, fácil y accesible ante momentos puntuales de falta de liquidez. Si necesitamos pagar una multa antes de que encarezca, reparar alguna avería, ir al dentista con urgencia o necesitamos un empujoncito a final de mes para terminar de pagar la compra o las facturas, los créditos rápidos son el producto acertado.