Hace ruidos extraños, hay que llevarlo al taller cada dos por tres y cada vez que hay que pasar la ITV es un suplicio. Son muchos años ya y queremos renovar nuestro vehículo. Ante esta tesitura, surge la posibilidad de comprar un coche eléctrico. Las nubes de contaminación que ocupan el cielo de las grandes ciudades invitan a poner de nuestra parte para reducir las emisiones de gases nocivos. Pero más allá de eso, ¿hay motivos para lanzarse a por los vehículos no contaminantes?
La presión fiscal ahoga la compra de coches eléctricos
Actualmente, por el hecho de comprar un coche eléctrico en España, no podremos disfrutar de ningún beneficio fiscal especial. Esta operación exige el pago de los mismos impuestos a los que debería hacer frente quien adquiera un coche de gasolina o diésel.
Eso supone que las diferencias de precio que hay entre el coche eléctrico y los de combustión se mantengan. Y es que el coste de los primeros es muy elevado. Tal y como descubrimos con el estudio que realizamos recientemente desde HelpMyCash.com, en el mercado actual no hay opción de comprar un coche eléctrico por menos de 20.000 euros. Además, los que superan por poco esta cifra, son vehículos pequeños, pensados para ciudad y con una autonomía que rara vez supera los 100 kilómetros.
Por tanto, para disfrutar de un turismo con el que viajar cómodamente, en familia y sin parar a repostar cada poco tiempo, hay que invertir, como mínimo, 30.000 euros. Este precio se sitúa muy por encima del que presenta el coche más vendido en España en 2018 (el SEAT León), cuyo coste supera por poco los 19.000 euros.
Para reducir las diferencias entre unos y otros hay países como Noruega que incentivan la venta de los eléctricos rebajando sus impuestos (no pagan el 25% de IVA, por ejemplo) y cargando más a los de combustión. Así, aunque haya coches eléctricos con un precio base más alto, debido a la distinta presión fiscal que reciben, terminan teniendo un coste inferior al mismo modelo pero con motor de combustión.
Si a las particularidades de los coches eléctricos (a veces poca autonomía y tiempos de carga elevados) le sumamos un precio más elevado que el de los coches normales, la migración hacia la movilidad eléctrica se ve aún más dificultada.
Solo las ciudades ofrecen ventajas a los vehículos eléctricos
Por suerte, no todo son malas noticias, aunque sí es cierto que las buenas vienen en pequeñas dosis. En caso de comprar un coche eléctrico, el Impuesto de matriculación será gratis. Pero hay una trampa: con los criterios actuales y según indica la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos, más del 70% de los coches que se matriculan hoy se libran de este gasto porque, aunque sean de combustión interna, sus emisiones se encuentran por debajo de los límites exigidos. Así que tampoco es una ventaja exclusiva para los coches no contaminantes.
Donde sí hay un margen más acotado es en la reducción del 75% del Impuesto de circulación. Este tributo gestionado por los ayuntamientos de cada ciudad permiten ahorrar tres cuartas partes de su coste a los coches eléctricos, a los híbridos y a los de gas.
Ventajas sí, pero las justas
Vistas las pequeñas rebajas fiscales de las que pueden disfrutar los vehículos no contaminantes, queda claro que, en cuanto a impuestos, comprar un coche eléctrico no es ninguna ganga. Si el objetivo es Noruega, donde ya más de la mitad de coches que se venden son híbridos o eléctricos, el camino que queda por recorrer es largo.
Comentarios