En el mundo de las finanzas personales, cuándo empezar a ahorrar para la jubilación es una de las preguntas más frecuentes, y la respuesta, aunque sencilla, suele pasarse por alto: cuanto antes, mejor. 

Comenzar a ahorrar temprano no solo alivia el estrés financiero en el futuro, sino que también maximiza uno de los factores más poderosos a la hora de acumular riqueza: el tiempo.

El tiempo como aliado del ahorro

A simple vista, ahorrar para la jubilación puede parecer algo que se puede aplazar hasta más adelante

Después de todo, la jubilación parece lejana y es fácil enfocarse en gastos más inmediatos como ahorrar para un coche o para la entrada de un piso.

Sin embargo, cada año que retrasas el inicio de tu ahorro significa menos tiempo para que tus aportaciones crezcan gracias al interés compuesto.

 El interés compuesto, ese “interés sobre el interés”, es lo que permite que pequeñas aportaciones regulares se conviertan en una suma considerable con el tiempo. Cuanto antes comiences, más años tendrá tu dinero para multiplicarse. Es como plantar un árbol: cuanto antes plantes la semilla, más fuerte y robusto será cuando lo necesites.

Diferencias entre empezar temprano y tarde

Imaginemos dos personas: María comienza a ahorrar para su jubilación a los 30 años y deposita una cantidad fija al mes, 50 euros, durante 30 años con una tasa de retorno del 10%. Al final, tendrá ahorrados 114.016 euros

En cambio, Juan decide esperar y no empieza a ahorrar hasta los 40 y ahorra 100 euros durante 20 años. A pesar de que Juan continúa ahorrando más dinero, aunque menos años, logra 76.670 euros.

En otras palabras, María terminará con un saldo final más alto gracias a la década adicional que su dinero tuvo para crecer.

Calculadora de interés compuesto

El coste de esperar

Cada año que dejas pasar, el esfuerzo necesario para alcanzar tus metas de ahorro aumenta considerablemente. Si empiezas a los 25, puedes dedicar un porcentaje menor de tus ingresos a ahorrar. Si esperas hasta los 40 o 50, tendrás que destinar una proporción mucho mayor, o bien asumir un nivel de riesgo más elevado, para intentar compensar el tiempo perdido.

Además, el mercado no es lineal: habrá períodos de crecimiento y otros de contracción. Cuanto más tiempo tengas antes de necesitar tus ahorros, mejor podrás afrontar estas fluctuaciones sin preocuparte por las retiradas de dinero en momentos desfavorables.

Comenzar temprano no significa grandes aportaciones

A menudo, se cree que empezar a ahorrar a los 25 años implica comprometer grandes cantidades de dinero desde el primer día. En realidad, lo importante es crear el hábito como hemos visto en el ejemplo anterior. 

Aunque sean pequeñas sumas, el objetivo inicial es acostumbrarse a apartar un porcentaje de los ingresos regularmente. A medida que tus ingresos crezcan, podrás aumentar estas aportaciones. 

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