¿Tu vivienda necesita un lavado de cara? Si tu baño se ha quedado antiguo, tienes que cambiar el aislamiento de las paredes o quieres cambiar la instalación eléctrica, quizás ha llegado el momento de plantearte, en serio, la opción de reformar tu casa o piso. Sí, sabemos que las obras pueden costar mucho dinero y que eso puede echarte para atrás, pero si no quieres pagar mucho de golpe, dispones de varias maneras de abonar la factura a plazos.

En concreto, existen tres formas de financiar la reforma de tu hogar: con la ampliación de tu hipoteca, si la tienes, con la contratación de un préstamo personal o hipotecando tu vivienda (u otra que tengas en propiedad). En este artículo repasamos los pros y contras de cada opción y te explicamos cuál te conviene en función de tu perfil y de las obras que quieras llevar a cabo.

Primera opción: ampliar la hipoteca para pagar las obras

En primer lugar, puedes ampliar la hipoteca que tienes sobre esa vivienda (siempre que contrataras una y siga vigente, claro está). Básicamente, consiste en pedirle al banco que te preste más dinero para financiar la reforma y que te lo incluya en el total a devolver del préstamo hipotecario. Así, podrás pagar la casa y su reforma con una única cuota mensual.

Esta opción es la más barata, porque una hipoteca suele tener un interés mucho más bajo que el de otros préstamos: en torno al 3% frente a más del 7%. Además, como se te mantendrá el plazo de la hipoteca, que suele ser largo (20 o 30 años, por lo general), la mensualidad no se te disparará. Y si sube más de la cuenta, siempre tienes la opción de pactar con el banco para que te alargue el período de devolución (aunque eso te hará pagar más intereses a la larga).

Ten en cuenta, eso sí, que tu deuda hipotecaria total nunca podrá superar el 80% del valor de la vivienda. Por ejemplo, si tu casa vale 100.000 euros y te quedan 20.000 euros de hipoteca, no podrás ampliarla en más de 60.000 euros. Por ello, si necesitas mucho dinero, te deberá quedar poco capital pendiente para que el banco apruebe la operación.

Te conviene si…

  • Tienes una hipoteca sobre tu vivienda con poco capital pendiente.
  • Necesitas sumas relativamente altas de dinero y un plazo largo para devolverlo.

En nuestra página sobre la ampliación de la hipoteca te contamos todo lo que debes saber sobre esta operación.

Segunda opción: financiar la reforma con un préstamo personal

¿Y qué pasa si no tienes una hipoteca o tu banco no quiere ampliarla? En ese caso, puedes solicitar un préstamo personal a una financiera para pagar las obras. El importe máximo de estos productos suele oscilar entre los 10.000 y los 60.000 euros, mientras que el plazo no suele superar los diez años.

En cuanto al precio, el interés es más alto que el de una hipoteca: suele superar el 7%. Aun así, hay entidades que pueden financiar tu reforma con un precio competitivo. Es el caso, por ejemplo, de Cofidis, cuyo Préstamo Personal Reformas del Hogar tiene un tipo desde el 5,25% (5,39% TAE) y te permite conseguir hasta 60.000 euros a devolver hasta en diez años. Para contratarlo, eso sí, debes haber contratado un crédito u otro producto anteriormente con esta entidad.

Te conviene si…

  • No puedes ampliar una hipoteca.
  • Necesitas unos pocos miles de euros para pagar la reforma.

Tercera opción: hipotecar tu casa si está libre de cargas

Como ves, el préstamo personal te puede venir bien si no necesitas sumas muy altas de dinero. Ahora bien, si el presupuesto de la reforma se dispara y tu casa está libre de cargas, hay una alternativa que también puedes considerar: hipotecar tu vivienda. Así, podrás conseguir entre el 30% y el 60% de su valor, con un plazo de devolución que suele ser de hasta 20 años o más.

El inconveniente de esta opción es que pocos bancos querrán hipotecar tu casa, por lo que seguramente te tocará recurrir a un intermediario financiero o a un prestamista privado. Por ejemplo, a Préstamo Capital, que puede prestarte hasta el 30% del valor de tu vivienda, con un mínimo de 10.000 euros y un máximo de 1.000.000, a devolver hasta en 20 años y con un interés de entre el 4% y el 10% (7% – 12,50% TAE).

Estas empresas te cobrarán más que un banco, pero te prestarán el dinero con más facilidad. Eso sí, no les pidas dinero (ni a ellas ni a nadie) si no puedes devolverlo, porque te arriesgarás a perder tu casa por impago.

Te conviene si…

  • Tienes una vivienda en propiedad y libre de cargas.
  • Necesitas más dinero del que te ofrecen con un préstamo personal o un plazo más largo.