El jueves pasado se publicaron los resultados de la Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU); la Selectividad de toda la vida. Si hiciste este examen, ahora te toca revisar las notas de corte de otros años, decidir qué carrera quieres cursar (y en qué centro) y preparar la preinscripción universitaria, cuyo plazo finaliza el próximo 1 de julio.
El 15 de julio sabrás si te han admitido en la universidad para la que aplicaste y podrás matricularte para cursar el grado elegido. Pero esa matriculación te costará dinero: una media de entre 1.000 y 10.000 euros, dependiendo de si el centro es público o privado y de la comunidad autónoma en la esté situado. Si no tienes dinero para hacer frente a este gasto y tus padres tampoco te pueden echar una mano, aquí te explicamos cuáles son todas las opciones para financiar tus estudios universitarios.
Con una beca
La mejor opción es pedir una beca. Se trata de una ayuda económica concedida por la administración pública o por una empresa privada (las fundaciones de los bancos, por ejemplo) y que sirve para pagar la matrícula y otros gastos relacionados con los estudios. La principal ventaja de las becas es que no tendrás que devolver el dinero ni pagar intereses de ningún tipo.
Para acceder a una beca, eso sí, debes cumplir ciertos requisitos y presentar la solicitud dentro de un plazo determinado. Por ejemplo, ya vas tarde para pedir la beca general del Ministerio de Educación y Formación Profesional, porque el plazo para hacerlo terminó el pasado 16 de mayo.
Nuestro consejo, por lo tanto, es que busques cuáles son todas las becas a las que puedes acceder y que consultes sus requisitos y plazos de presentación. Puede que algunas ya no las puedas pedir, pero así las conocerás y podrás solicitarlas para el siguiente curso.
Con un aplazamiento de la matrícula
Si no te dan una beca, también puedes aprovecharte de las modalidades de pago que ofrecen las propias universidades. En la mayoría de los casos, tendrás dos maneras de abonar el coste de la matrícula: con un único pago o en varios plazos. En caso de que elijas la segunda opción, se te cobrará el grado en dos o tres plazos, dependiendo de lo que te ofrezca la universidad.
En general, el primer pago tendrás que llevarlo a cabo el día en el que formalizas la matrícula. El segundo (y el tercero, si te dan la opción) se te cobrará al cabo de unos meses, normalmente en octubre, noviembre o diciembre. No tendrás que pagar intereses ni comisiones por el aplazamiento de la matrícula.
Esta opción tiene un par de inconvenientes. En primer lugar, deberás pagar de golpe una parte del precio del grado. Y en segundo lugar, pasará poco tiempo entre el primer pago y los siguientes. Por este motivo, solo te aconsejamos usar este método si tú o tus padres disponéis de una fuente de ingresos que os permite reunir el dinero suficiente para hacer frente a todos los pagos.
Con un préstamo de estudios
El último recurso es financiar los estudios mediante la contratación de un préstamo personal. En este caso, podrás devolver el dinero en cómodas cuotas mensuales durante un plazo extenso, que suele ser de entre uno y diez años. Sin embargo, no te saldrá gratis, porque te tocará pagar intereses y comisiones a la entidad que te preste el dinero.
El préstamo se lo puedes pedir a las siguientes entidades:
- A una entidad financiera. En general, las financieras ofrecen buenas condiciones a los estudiantes: un interés bajo, pocas comisiones, plazo largo para devolver el dinero… Por ejemplo, el Préstamo Personal Estudios de Cofidis tiene un interés desde el 4,95% TIN (5,06% TAE) y no incluye comisiones de apertura o estudio. Con este producto puedes conseguir entre 6.000 y 60.000 euros a devolver hasta en diez años.
- A la propia universidad. Hay centros que tienen convenios con bancos y que ofrecen préstamos con condiciones especiales para los estudiantes. Estos créditos no suelen tener intereses, pero sí incluyen comisiones y hay que devolverlos en un plazo relativamente corto (de menos de un año).
Nuestro consejo es que compares las propuestas de tu centro y de varias financieras para valorar cuál te saldría más a cuenta. Por ejemplo, si quieres financiar un grado en una universidad pública (es más barato) y puedes devolver el dinero en poco tiempo, pedir el préstamo a tu universidad puede ser más conveniente. En cambio, si vas a matricularte en un centro privado y necesitas más dinero y un plazo más largo, solicitar el crédito a una entidad financiera puede ser una mejor opción.
¡Atención! Pedir un préstamo solo es aconsejable si las anteriores opciones no son viables y cuentas con unos ingresos suficientes (tuyos, de tus padres o de otros familiares) para pagar las cuotas.
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