Hasta hace unos años, en la cabeza de los millennials no cabía la idea comprar una vivienda y establecerse en un mismo lugar para siempre. De hecho, el espíritu nómada, inconformista y aventurero ha sido el sello más relevantes de esta peculiar generación cuyos miembros han traspasado ya la barrera de los 25 años. Sin embargo, con unos alquileres por las nubes, muchos jóvenes empiezan a plantearse qué es mejor: ¿alquilar o comprar? Para los indecisos, a continuación, haremos un repaso por los pros y los contras de convertirse en propietario.
Las hipotecas suelen ser más baratas que los alquileres
En las grandes ciudades como Madrid o Barcelona el alquiler de una casa en buen estado, de 60 metros cuadrados y con dos habitaciones no baja de los 750 euros. Y eso en el mejor de los casos. Pues en zonas más céntricas o en los llamados “barrios de moda”, como el madrileño barrio de Lavapiés o el barrio de Gràcia en Barcelona, los alquileres para dos personas superan los 1.000 euros.
En cambio, la cuota media de los préstamos hipotecarios es de apenas 600 euros, según el Colegio de Registradores. Por ejemplo, para una hipoteca de 150.000 euros a 25 años con un tipo de interés del 2% el total a pagar cada mes sería de unos 635 euros.
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Alquilar o comprar: una decisión que va de invertir
¿Cuántas veces habremos pensando que alquilar es tirar el dinero a un agujero negro? La realidad es que, a diferencia del arrendamiento, cada vez que nos cargan la mensualidad de la hipoteca en el banco, el piso en un poco más nuestro. En pocas palabras, al dejar de alquilar para comprar pasamos de “tirar el dinero” a invertirlo.
Si hacemos cálculos, una pareja que pague un alquiler de 700 euros durante 3 años habrá dedicado más de 25.000 euros para pagar una vivienda de la que no puede obtener otro beneficio que vivir temporalmente.
Comprar requiere un gran desembolso inicial
Normalmente, los bancos suelen financiar hasta el 80% del precio de la vivienda. Por esta razón, comprar una casa no está al alcance de todos. Además, la compraventa tiene asociados unos gastos que tampoco suelen financiar las entidades y que suponen alrededor del 10% del valor del inmueble.
En cifras, para una casa de 150.000 euros necesitaríamos tener ahorrado al menos unos 30.000 euros para terminar de cubrir la compra y unos 15.000 euros que tendremos que reservar para pagar la notaría, la gestoría, el registro de la vivienda y los impuestos.
¡RECUERDA! Algunos bancos ofrecen las llamadas hipotecas joven, unos productos con condiciones mejoradas para los clientes menores de 35 años.
Hay que cumplir los 4 requisitos para conseguir financiación
Además de contar con los ahorros suficientes para hacer frente a la compra, tendremos que cumplir una serie de requisitos para poder optar a una hipoteca:
- Un trabajo estable y cierta antigüedad. Los bancos necesitan confiar en que podremos pagar las cuotas sin problemas. Por eso, llevar varios años trabajando en la misma empresa podría ser clave para enamorar a nuestro prestamista.
- Ingresos recurrentes. Aunque la estabilidad laboral es importante, también lo es el nivel de ingresos mensuales. De hecho, cuánto mayores sueldos tengamos, mejores condiciones podremos conseguir.
- No demasiadas deudas vigentes. Aunque los jóvenes no suelen tener demasiadas deudas, si estamos pagando un coche o tenemos cualquier otro crédito personal podría ser más difícil financiar la compra. Concretamente, los bancos verifican que nuestras deudas no superen el 35% de nuestros ingresos.
- Historial crediticio libre de impagos. Por último, será imprescindible no constar en ninguna lista de morosos.
¡RECUERDA! Si no te decides por la compra, puedes optar por una solución intermedia: el alquiler con opción a compra.
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