Para vender un piso no solo basta con encontrar a un comprador. Es necesario hacer unos trámites para poder vender la casa y el certificado energético es uno de ellos. Desde el año 2013 necesitamos este documento de forma obligatoria, tanto para anunciar la venta como para firmar la escritura de compraventa en notaría, pero a día de hoy sigue generando muchas dudas entre los que nos enfrentamos a este proceso. En este artículo contamos tres verdades que debemos tener en cuenta a la hora realizar la gestión.
1- Es obligatorio para vender todo tipo de viviendas
Uno de los grandes mitos que rodean este documento es que no es obligatorio para aquellas viviendas que tienen menos de 50 metros cuadrados de superficie útil. La confusión surge porque el artículo 2 del Real Decreto 235/2013 que regula este procedimiento, especifica que se excluyen de la aplicación:
«Edificios o partes de edificios aislados con una superficie útil total inferior a 50 m2»
Pero ¿una vivienda se puede considerar una parte de un edificio? ¿qué es un edificio aislado? Esta ambigüedad ha provocado que se interpretara que los pisos pequeños no necesitan este documento, pero nada más lejos de la realidad.
El Ministerio de Industria tuvo que realizar una aclaración para indicar que las residencias con una superficie inferior a los 50 m2 tenían la obligatoriedad de tener el certificado energético. Los inmuebles que pueden resultar exentos de la aplicación son aquellos que están aislados físicamente. Por ejemplo, una casa de campo pequeña, un bungalow o un chiringuito. Por tanto, si tenemos un piso pequeño, tendremos que hacer el trámite.
2- Las calificaciones energéticas bajas reinan en España
España es un país de edificaciones antiguas. Se estima que más de la mitad del parque de viviendas español fue construido antes de 1980. Es decir, sin ningún tipo de criterio energético. Por este motivo, no es de sorprender que el grueso de las etiquetas de eficiencia emitidas por la administración oscilan entre la letra D y G.
De hecho, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE), más de la mitad recibe una letra E. Además, sólo una de cada veinte viviendas está entre las categorías más eficientes (A, B y C). Dado esto, si al realizar el trámite de nuestra vivienda nos asignan una calificación deficiente no debemos alarmarnos.
No obstante, podemos valorar realizar ciertos arreglos para mejorar la eficiencia energética del inmueble. Así aumentan las probabilidades de que nuestro piso resulte más atractivo a la hora de promocionar la venta en los portales inmobiliarios y de encontrar un comprador.
3- La etiqueta importa, pero el precio sigue siendo lo más determinante
Los españoles cada vez tienen más en cuenta la importancia del ahorro energético. Pero a lo hora de comprar una vivienda el precio, la ubicación y el tamaño siguen siendo los aspectos más decisivos. Según un estudio realizado por la Unión de Créditos Inmobiliarios en el 2019, solo el 27% de los consultados considera que la calificación energética es clave para elegir una casa.
No obstante, casi un 50% de los entrevistados asegura que, una vez comprada la vivienda, realizaría reformas para rehabilitar energéticamente la casa. Esto debido al impacto que tiene la calificación en el consumo de energía y en las facturas de suministros.
Por tanto, de estos datos podemos deducir que, si nuestra vivienda está bien ubicada y la vendemos a un precio de mercado, será lo suficientemente atractiva como para que un comprador pueda pasar por alto que la casa tiene una calificación energética deficiente.
Por el contrario, si nuestro piso no está localizado en una zona demandada o queremos sacar el máximo beneficio con la venta, realizar reformas para mejor el consumo de energía nos puede ayudar a hacer más atractiva la casa de cara a un comprador. Además, también nos puede servir como un arma para negociar el precio, ya que la persona no tendría que incurrir en el gasto y la gestión de las reparaciones pertinentes.
Comentarios