Las condiciones de financiación que firmamos con el banco no son inamovibles. El plazo de la hipoteca suele durar unos 20 años o más, un periodo muy largo de tiempo en el que pueden cambiar mucho las cosas. Por eso, negociar una novación de hipoteca con la entidad podría ser una oportunidad para modificar ciertos aspectos del crédito que ya no nos convencen o que, por cualquier motivo, ya no son compatibles con nuestra situación económica o personal. Aunque es cierto que la banca no está obligada a aceptar nuestras propuestas, a continuación, repasaremos los tres momentos más comunes en los que nos podría interesar cerrar un nuevo acuerdo de financiación.
Mejorar las condiciones de financiación
El mercado hipotecario no es estático, sino que los bancos suben y bajan los tipos de interés a lo largo de los años encareciendo o abaratando así los créditos para vivienda. Como consecuencia, los clientes que firmaron una hipoteca hace diez años podrían estar pagando unos tipos de interés más altos que los que consiguieron financiación hace unos meses. Ante esta situación, intentar negociar con el banco una novación de hipoteca para abaratar las cuotas nos podría salir muy a cuenta.
En concreto, el interés medio de los préstamos hipotecarios en el pasado mes de abril fue del 1,72%, mientras que hay quien sigue pagando más de un 4% por ellos. Si hacemos cálculos, para una hipoteca de 150.000 euros con un plazo pendiente de 20 años, al pasar de un tipo de interés del 4% a uno más bajo ajustado a la oferta actual, conseguiríamos ahorrar más de 45.000 euros.
Si el banco no estuviera conforme con nuestra petición, entonces podríamos plantearnos mover la hipoteca de banco para conseguir mejores condiciones.
Es importante recordar que podríamos aprovechar tanto la novación como la subrogación para deshacernos también de la vinculación y de las comisiones, dos añadidos que cuentan en la suma del coste total.
Sacar a tu expareja de la hipoteca
Añadir o eliminar titulares o garantías del préstamo hipotecario sería otros de los motivos por los que nos podría interesar realizar una novación. Uno de los casos más habituales es el divorcio, un momento en el que tan solo uno de los dos se queda con el piso y, por ende, con la hipoteca.
Además, podría ser que algún familiar o amigo avalar la compra de nuestra vivienda y que, con el paso de los años, la relación no fuera tan estrecha y no quisieran responsabilizarse de nuestra deuda en casa de impago.
La realidad es que los bancos suelen poner pegas a la hora de realizar estas modificaciones. Y no es de extrañar, ya que el riesgo de la operación podría incrementar si el cliente tiene que hacer frente a la deuda con la mitad de los ingresos o si encasa de impago la entidad tiene una única garantía.
Cuando no se consigue llegar a un acuerdo con el banco, la otra alternativa sería pedir una nueva hipoteca para cancelar la actual.
Gestionar el crédito de inmuebles heredados
Por último, la herencia de una vivienda con carga hipotecaria podría ser el tercer escenario en el que podríamos interesarnos por hacer una novación. En principio, lo herederos pasan a ser automáticamente los titulares de la hipoteca por derecho, si aceptan la herencia.
Sin embargo, la novación entraría en juego en el momento en que uno de los herederos quisiera vender su parte del inmueble y dejar de ser titular del préstamo.
Si tienes dudas sobre cómo negociar una novación con tu banco, recuerda que nuestros expertos te ayudarán si dejas tu pregunta en el foro de hipotecas.
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