Conseguir generar una base de ahorro no es tarea fácil. Sin embargo, gestionar bien estos ahorros para que crezcan a lo largo del tiempo, puede resultar incluso más complicado.Existen productos bancarios específicamente diseñados para este fin, como los depósitos a plazo fijo o las cuentas de ahorro que son tan parecidos que en muchas ocasiones nos plantean la duda de cuál se ajusta más a nuestras necesidades.

Es probable que, frente a esta elección, la idea de abrir un depósito a plazo no resulte atractiva, puesto que nuestro dinero quedará «bloqueado» en nuestra entidad, hasta que finalice el periodo acordado. Aún así, existen circunstancias en las que el plazo fijo puede resultar ser el producto que estemos buscando en realidad.

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¿Cuándo debo elegir un depósito a plazo fijo?

La principal ventaja de las cuentas de ahorro frente a los depósitos a plazo fijo es la liquidez de estas, puesto que son cuentas a la vista que nos permiten acceder a nuestro dinero en cualquier momento. Pero existen tres motivos de peso por el que esta ventaja puede no ser siempre nuestra mejor opción.

1- Los depósitos ofrecen mejor rentabilidad

Si bien es cierto que las cuentas de ahorro son, normalmente, productos más líquidos que los depósitos a plazo (esto es, permiten recuperar en cualquier momento nuestro dinero), el interés que podremos conseguir será más alto con los depósitos que con las cuentas. Concretamente, la rentabilidad media de ambos productos en noviembre de 2015 (los últimos datos estadísticos de Banco de España) fue de 0,13 % para las cuentas a la vista y 0, 40 % para las imposiciones a plazo fijo.

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2- Las condiciones juegan a nuestro favor

Al contratar un depósito, estamos contratando unas condiciones que se mantendrán en el tiempo, hasta el término del plazo. Una vez comenzado el acuerdo, ninguna de las partes podrá modificar las condiciones (en ocasiones es posible la cancelación anticipada del depósito, pero esto suele conllevar una penalización sobre el interés).

No obstante, en las cuentas corrientes, la situación es la contraria. Al ser productos con una duración indeterminada, el banco puede realizar modificaciones contractuales, como una bajada del tipo de interés, en cualquier momento – aunque siempre avisando con un mínimo de 2 meses de antelación. Esto significa que podemos ingresar nuestro dinero en una cuenta de ahorro con un buen tipo de interés, pero ser notificados al día siguiente de que tendrá lugar un cambio de condiciones en detrimento de nuestro beneficio.

En este caso, haber acordado unas condiciones que se mantendrán en el tiempo habría sido un acierto, especialmente en un contexto de tipos de interés a la baja.

3- El ahorro «obligado»

No se trata de un componente del producto bancario por sí mismo, pero si que sirve de ayuda en el ahorro a largo plazo. Al limitar el acceso a nuestro dinero, estamos asegurando que este dinero estará disponible en el futuro, evitando posibles tentaciones espontáneas. Cualquier capricho temporal que pudiera surgir, deberá ser meditado lo suficiente como para saber si realmente merece la pena recibir una penalización sobre el beneficio de nuestro depósito a plazo.

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