El certificado energético es un documento que informa sobre el consumo de energía que tiene una vivienda. De él se deriva la etiqueta energética, que no es más que el detalle de la calificación que ha obtenido nuestro inmueble. Esta nota puede ser muy importante para promocionar la venta de nuestra casa, pero ¿es obligatorio tener este papel para concretar la operación? En este artículo resolvemos tres dudas comunes sobre este trámite a la hora de vender una vivienda.

El certificado energético es obligatorio para promocionar y vender el piso

Desde el año 2013 es obligatorio contar con este documento para alquilar o vender un inmueble. Además, no solo es requerido para cerrar la venta en notaría, también lo necesitamos para promocionar la casa en los portales inmobiliarios.

Si no disponemos de este documento para publicitar la venta, somos susceptibles de recibir una multa por parte de la administración que ronda entre los 300 euros y los 600 euros. Además, si logramos vender el piso sin este certificado, la multa nos puede costar entre los 600 euros y los 1.000 euros, ya que se considera una falta grave.

En este sentido, si queremos evitar ser sancionados, debemos tramitar este documento antes de poner a la venta el piso. De esta manera, podemos indicar debidamente la calificación energética en nuestros anuncios.

Para recibir la calificación nuestra casa debe pasar una inspección

Para obtener el certificado energético debemos acudir con un técnico habilitado. Este deberá visitar el piso para evaluar las instalaciones de la vivienda, medir el consumo de energía y elaborar un informe detallado con los resultados. Tras la inspección, este documento deberá ser registrado ante la administración correspondiente y se obtendrá la respectiva etiqueta energética.

Para conseguir el técnico, existen muchas páginas webs como Certicalia o Habitissimo donde podemos encontrar listados de certificadores que podemos contratar según nuestras preferencias. También podemos dirigirnos a los colegios de arquitectos o ingenieros de nuestra localidad, ya que estos nos pueden poner en contacto con algunos profesionales colegiados que ofrecen este servicio.

El precio de este servicio va a variar según el técnico elegido y la oferta y demanda que haya en el mercado de nuestra localidad, ya que los honorarios de estos profesionales no están regulados por ley. Pero para hacernos una idea, por un piso de entre 50 y 80 metros cuadrados, ubicado en Barcelona, podemos pagar entre 70 euros y 120 euros, aproximadamente.

La calificación energética puede influir en la velocidad de la venta

La eficiencia energética de un inmueble se mide en una escala que va de la letra A a la letra G. La primera indica un nivel óptimo de consumo y la última el menos eficiente. Esto tiene repercusión directa en el coste de las facturas de suministros, siendo más costosos cuando tenemos una nota baja y más baratos cuando sacamos una alta.

Por esto, si nuestro piso tiene una calificación G, es probable que nos cueste un poco más encontrar un comprador, ya que no sería tan atractivo como uno que tiene una calificación A. Para hacernos una idea, en términos económicos, según Certicalia, una nota baja puede llegar a representar unos 1500 euros al año en gastos de calefacción, refrigeración y agua caliente. Mientras que el coste de una letra B puede ser de apenas unos 280 euros al año.

En este sentido, debemos preguntarnos si nos conviene hacer las mejoras indicadas por el técnico en el documento del certificado energético para disminuir el consumo de energía. Estas harían el piso más atractivo de cara a un comprador. Aunque, representan un coste para nosotros que puede ir desde los 100 euros, para reparaciones sencillas, hasta las 12.000 euros para reformas importantes.

En definitiva, el certificado energético es un documento obligatorio para vender nuestra vivienda. Es recomendable tramitarlo con anticipación y es conveniente tener en cuenta que, la nota obtenida, resulta importante a la hora de promocionar la venta.