Vender una vivienda que tenemos alquilada es una operación relativamente habitual y completamente posible. Eso sí, al haber un inquilino de por medio, las cosas podrían complicarse un poco si no procedemos con cautela y tacto. Al ser nuestro piso el hogar de otra persona que posiblemente tiene todos sus objetos personales, es imperativo que seamos comunicativos y claros con nuestros planes y plazos.
Explicarle al inquilino que queremos vender el inmueble
Comunicarle nuestras intenciones de venta a nuestro inquilino es pura cortesía y sentido común. Además, puede ahorrarnos problemas, ya que la Ley de arrendamientos urbanos dicta que nuestra responsabilidad como propietarios es poner al corriente al arrendado en el momento en que decidimos vender.
Así pues, vamos a enviarles una notificación por escrito al inicio del proceso de venta, dejando clara nuestra intención de vender, el precio, la fecha prevista y demás información relacionada con la venta. La comunicación deberá dejar constancia de su fecha de recepción. Esta notificación es importante porque, según el contrato de alquiler, podría ser que nuestro arrendatario tenga preferencia de compra sobre otros compradores.
Podemos venderle el piso a nuestro inquilino
Si nuestro inquilino decide ejercer su derecho de compra preferencial y sacarnos el inmueble de las manos, esta podría ser una buena oportunidad para vender nuestro piso rápidamente. Una vez recibida la notificación de venta, el inquilino tendrá 30 días para aceptar la oferta con el precio especificado y realizar la compraventa.
Si una vez acabado el plazo de 30 días no ha adquirido el inmueble, podemos seguir con nuestros planes de venta a terceros.
También podría ser que nuestro contrato de alquiler tenga una cláusula que especifique que el inquilino no tiene este derecho de compra preferencial. En este caso podemos proceder a vender a otros interesados directamente.
Ser comunicativos y organizados para facilitar las cosas
Cabe decir que esta venta puede resultar un motivo de estrés para el inquilino, ya que significa que va a tener que abandonar su hogar para embarcarse en la búsqueda de uno nuevo. Así pues, debemos tratar de poner las cosas fáciles y realizar la operación de la forma más indolora posible para ambas partes. Además de ser una muestra de buena fe, también es un modo de asegurarnos que la venta sea fluida, sin problemas con el inquilino:
- Tenemos que procurar establecer un método de contacto fácil y rápido, que no invada la privacidad de nuestro arrendatario. Por ejemplo, un simple mensaje de Whatsapp o email es un modo discreto pero eficaz de comunicación.
- Debemos organizar las fechas con nuestro inquilino para limpiar la casa para la sesión de fotos para los anuncios y las visitas de posibles compradores. Debemos recordar que según lo que haya en nuestro contrato, el inquilino podría tener derecho a negarse a dejar entrar a los posibles compradores. Así que conviene que tengamos una buena relación con el arrendatarios desde el principio
- No es mala idea mantenerlos al corriente de los avances de la operación. Por ejemplo, si uno de nuestros compradores está interesado en el inmueble y hay posibilidades de venta, debemos decirlo con tiempo para darles tiempo a empezar a buscar otra vivienda.
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