Pedir un incremento del capital de nuestro crédito hipotecario a la entidad bancaria es la manera más habitual de ampliar la hipoteca. Sin embargo, este movimiento implica que aumente la deuda que debemos devolver y, en consecuencia, también los intereses que pagaremos por ella, por lo que es algo que tenemos que meditar detenidamente y calcular bien antes de tomar una decisión. A continuación, presentamos tres situaciones en las que ampliar nuestro préstamo hipotecario sí puede ser una opción rentable, por lo que merece la pena tenerla en cuenta.

1. Ampliar la hipoteca para conseguir más liquidez

Nuestra situación económica puede ser muy variable a lo largo de la vida y, en algún momento, por una disminución en los ingresos o por un gasto imprevisto, nos podemos encontrar en una situación en la que necesitemos disponer de mayor liquidez.

Ante este panorama, una opción suele ser recurrir a un préstamo personal, pero especialmente si nos queda poco tiempo para acabar de pagar nuestra hipoteca, deberemos valorar la opción de incrementar su capital, puesto que los intereses de los préstamos personales suelen ser bastante más altos que los de los hipotecarios.

En cualquier caso, antes de decidirnos por una u otra opción, lo recomendable es buscar varias posibilidades y compararlas, para ver cuál se adapta mejor a nuestra situación y a nuestras necesidades.

2. Reunificar gastos para pagar menos intereses

Otro caso en el que ampliar la hipoteca puede ser una buena opción es si nos encontramos con diferentes préstamos que nos suponen un gasto mensual muy elevado. En casos así, la ampliación de la hipoteca nos puede permitir hacer una reunificación, es decir, tener dinero para cancelar algunos de esos créditos y quedarnos con una sola cuota (la de la hipoteca) a la que hacer frente, bien sea asumiendo una mensualidad un poco más alta o alargando el plazo para pagarla.

Y es que una novación, que es el procedimiento necesario para cambiar las condiciones de nuestra hipoteca, resulta económicamente más rentable que la cancelación y apertura de un nuevo préstamo que nos permitiera reunificar todos estos gastos y pagar una cuota única.

También sale más rentable que rehipotecar la vivienda o que hacer una subrogación ya que, además, este movimiento no permite ampliación de capital, por lo que si ese es nuestro objetivo final luego tendríamos que hacer una novación, lo que supondría dos operaciones.

3. Incrementar el capital para conseguir tu segunda vivienda

Si nuestra hipoteca nos ha permitido ahorrar y estamos decididos a invertir ese dinero en adquirir una segunda vivienda o un terreno donde construirla, ampliar nuestro préstamo hipotecario puede ser más rentable que pedir uno nuevo para financiar esa compra.

Y es que hay que tener en cuenta que ampliar la hipoteca no conlleva los gastos de formalización que sí deberíamos asumir con un nuevo préstamo hipotecario. Además las condiciones que ofrecen los bancos para una segunda vivienda suelen ser peores que las de la primera, por lo que vale la pena intentar negociar la novación para ampliar la que ya tenemos, siempre teniendo presente que ninguna entidad ampliará el plazo de devolución más allá de la edad del hipotecado que haya marcado como máximo (que suele estar entre los 70 y los 75 años).