¿Qué es lo peor que nos puede pasar cuando acudimos a solicitar financiación? Bueno, que no nos la den es una opción, pero hay algo aún peor: permanecer sentados, callados y sin capacidad de maniobra. De esa forma, estaremos a merced de lo que nos digan en la entidad y no podremos defender nuestros intereses. El objetivo de este artículo está claro: evitar que eso ocurra. Por eso, presentamos 3 argumentos que nos permitirán negociar con el banco las mejores condiciones posibles para nuestro préstamo.
Así se negocia el coste de un préstamo
Para lograr nuestro objetivo, tenemos que tener cierto conocimiento del mercado. Uno de los datos que hay que conocer es el coste medio de los préstamos personales. De esta forma, podremos valorar mejor si la oferta que nos hacen es más o menos atractiva. El Banco de España es el encargado de publicar esa cifra, que en marzo se situó en el 8,38%. Por tanto, podemos decir que todas las ofertas que se encuentren por debajo de ese número serán, como poco, interesantes.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que hay préstamos que llegan a tener una TAE por debajo del 6%. Por ejemplo, el Crédito Proyecto de Cofidis dispone de una TAE que parte del 5,07% para alguna de sus finalidades. Para lograr un coste tan bajo como ese o al menos acercarse, estas son tres de las vías para conseguirlo:
1. Cambiar de banco no es un problema
Lógicamente, cuantas más opciones manejemos, más posibilidades tendremos de conseguir un precio más bajo. Para ello, tenemos que estar dispuestos a cambiar de banco, y no solo eso, debemos hacérselo saber a nuestra entidad principal. De hecho, podemos pedir una oferta vinculante en otro banco y enseñársela al nuestro como medida de presión.
Además, algunas entidades ofrecen financiación sin tener que vincularnos con ellos, algo que, llegado el momento, puede ser interesante si nadie nos da una oferta mejor y no queremos cambiar de banco principal.
2. Ampliar la vinculación con la entidad
Puede parecer contradictorio, pero no lo es siempre y cuando sean servicios que nos interesen. Quizá tenemos en mente abrir un depósito, domiciliar la nómina o solicitar una tarjeta de crédito. Podemos intentar que el hecho de contratar estos productos con el banco suponga que nos reduzcan el interés del préstamo. Y por supuesto, esa rebaja tendrá que ser mayor que el coste que suponga la contratación de esos productos vinculados. De lo contrario, la operación perdería el sentido.
3. “Hacernos querer”
Si tenemos un buen perfil financiero, es momento de recordarlo. No importa que sea para convencer a nuestro propio banco o para cautivar al nuevo. Si tenemos ahorros o unos ingresos elevados y estables, tenemos que utilizarlos como factores determinantes para que nos bajen el precio. Es una forma de decir que nos reduzcan el precio del préstamo personal porque somos unos clientes que vale la pena conservar.
¿Y cuánto me voy a ahorrar?
Pues dependerá. En primer lugar, nuestro poder de negociación jugará un papel clave, pero lógicamente, tener un perfil financiero positivo nos dará el empujón definitivo. Lo que no podemos hacer es conformarnos con la primera propuesta que nos hagan sin intentar mejorar las condiciones ofrecidas.
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