Las hipotecas pueden tener diferentes sistemas para calcular la cuota. Uno de estos sistemas es el de cuota creciente, también conocido como hipoteca montaña o de progresión geométrica.

¿Qué es una hipoteca con cuota creciente?

Las hipotecas con cuota creciente se caracterizan por establecer una cuota muy baja al principio que se incrementa anualmente en un porcentaje determinado. De este modo, los primeros meses pagaremos mucho menos de lo que pagaríamos con una hipoteca con cuota constante, pero los últimos pagaremos mucho más. Tanto es así, que la diferencia entre la primera cuota y la última suele ser aproximadamente del doble.

¿Cómo funcionan las hipotecas con cuota creciente?

Cada año se incrementa en un determinado porcentaje, por ejemplo, en un 2%. Pongamos un ejemplo. Una hipoteca de 150.000 euros a 35 años con un interés del 3% y una progresión del 2%. Veamos qué resultado tendríamos:
–    Cuota del primer año: 429,14 euros
–    Cuota a mitad de la hipoteca: 589,12 euros
–    Cuota del último año: 841,41 euros
Podemos comprobar cómo la cuota ha llegado prácticamente a doblarse desde la primera hasta la última.
También hay que tener en cuenta que la hipoteca con cuota creciente es más cara que la constante, es decir, que acabaremos pagando más por nuestra hipoteca. Siguiendo con el caso anterior:
–    Con cuota creciente pagaríamos 257.456,91 euros por la hipoteca
–    Con cuota constante pagaríamos 242.455,62 euros por la hipoteca
Como podemos ver, pagaremos 15.000 euros más con el sistema creciente que con el constante.

Ventajas de la cuota creciente

–    Nos permite pagar una cuota muy baja al principio
–    Puede ser muy útil si contamos con pocos ingresos iniciales pero prevemos que éstos irán en aumento

Desventajas de la cuota creciente

–    El total que pagaremos acaba siendo mayor que con el sistema de cuota constante
–    La diferencia entre la cuota inicial y la final es muy grande, así que habrá que estar preparado cuando ésta aumente. Requiere mucha responsabilidad y capacidad de previsión

Conclusiones

En definitiva, la cuota constante puede ser útil en determinadas circunstancias, pero requiere una buena capacidad de organización financiera y, además, se acaba pagando más cara.
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